Los ojos de Feng Caie de repente brillaron —Las comidas del mediodía y de la tarde las preparé yo...
—Fuera —Yang Anshi se levantó de un salto—. Balbuceando tonterías aquí, me molesta verte, sal... no cenarás esta noche. El cuerpo de Sanni se encogió instintivamente, escondiéndose detrás de Yang Ruxin.
—¿También el Abuelo piensa de esta manera? —La cara de Yang Ruxin se volvió de repente fría.
—Dejen de armar escándalo —Yang Peili frunció el ceño—, todos, siéntense a comer.
—¿Por qué debería? Prefiero alimentar perros que darle esta comida a tales prostitutas baratas —Yang Anshi despotricó, pero recordando la muñeca que Yang Ruxin había agarrado antes, se contuvo de avanzar para golpearlas como antes.
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