—Hermano Meng, ¡esta Cueva de Lava que encontraste es fantástica! Esos cazadores en el pueblo han estado cazando en la montaña durante tantos años y no han encontrado un lugar tan bueno.
—Jeje, fue solo una coincidencia.
Wang Meng se rascaba la cabeza con una sonrisa tonta, sin mencionar que todo había sido obra del Pequeño Martín Pescador. Solo había estado deambulando sin rumbo por la montaña.
—Yin'er, gracias por ayudarnos. Si no fuera por ti, nos habríamos perdido.
Su Qingluo también elogiaba sin dudar al Pequeño Martín Pescador. Tomó un puñado de Batata Seca de su bolso y las sostuvo en su pequeña mano tierna, recompensándolo por sus esfuerzos.
—Esto no es nada, todas las bestias y pájaros en el bosque obedecen mis órdenes.
El Pequeño Martín Pescador comía felizmente la Batata Seca con una mirada orgullosa en su rostro, mostrándose de manera arrogante.
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