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Llegando a la Montaña

Dos meses habían pasado desde que Ian había decidido quedarse en la Tierra para aprovechar al máximo los recursos disponibles antes de regresar al infierno. Durante este tiempo, se había dedicado intensamente a su entrenamiento de Ki. Cada día, su control y entendimiento de la energía espiritual se profundizaba, y ya estaba a punto de romper el tercer nivel de Entrenamiento de Ki. La energía fluía a través de su cuerpo como un río en plena crecida, sintiendo cómo cada célula de su ser se fortalecía y se renovaba.

Justo cuando estaba a punto de alcanzar este nuevo nivel, recibió un mensaje en su dispositivo de comunicación. Al abrirlo, se dio cuenta de que venía de uno de los jóvenes de las facciones con quienes había explorado la Gruta del Cielo.

—"Ian, estamos listos para intentarlo de nuevo. Nos reuniremos al pie de la montaña mañana al amanecer. Esta vez, estamos preparados para derrotar al monstruo y continuar explorando la Gruta del Cielo. Necesitamos tu ayuda."— decía el mensaje.

Ian leyó el mensaje varias veces, sopesando sus opciones. Aunque había preferido entrenar solo y seguir creciendo a su propio ritmo, sabía que esta era una oportunidad para obtener más recursos, puntos energéticos, y tal vez descubrir algo valioso dentro de la gruta. Además, enfrentarse al monstruo podría ser una prueba útil de su progreso reciente.

—Interesante... —murmuró para sí mismo. Ian comprendía que una alianza temporal con estas facciones podría ser ventajosa.

No había mucho tiempo para pensar. Decidió prepararse para la reunión. Activó su comunicación con Tarek, el goblin brujo, que siempre estaba atento a sus órdenes.

—Tarek, necesito que prepares a nuestras fuerzas. Vamos a bajar de la montaña al amanecer. Quiero que te asegures de que todos estén listos para cualquier eventualidad —ordenó Ian.

—Sí, maestro Ian. ¿Desea que me adelante con algunos de los guerreros goblins para explorar la zona? —preguntó Tarek, siempre pensando en cómo anticipar los movimientos de su amo.

Ian asintió.

—Sí, hazlo. Y mantente alerta. Quiero saber exactamente qué planean esas facciones y cuántos de ellos realmente están preparados para enfrentar al monstruo esta vez —respondió con una sonrisa astuta.

Al día siguiente, Ian llegó al pie de la montaña justo cuando los primeros rayos del sol comenzaban a iluminar el cielo. Varios de las facciones y familias estaban allí, reunidos en pequeños grupos, armados con artefactos espirituales, armas mágicas y reliquias antiguas. Era evidente que se habían preparado mejor esta vez, llevando consigo equipo especializado y nuevas tácticas para enfrentar al monstruo.

Uno de los jóvenes, perteneciente a la familia Yamaha, se acercó a Ian con una sonrisa determinada.

—¡Ian! Me alegra que hayas decidido unirte a nosotros. Estamos listos para acabar con ese monstruo de una vez por todas y descubrir qué más esconde la Gruta del Cielo —dijo, con una mezcla de emoción y nerviosismo en su voz.

Ian asintió, manteniendo una expresión serena.

—Parece que están mejor preparados esta vez. Espero que sea suficiente —respondió, midiendo cada palabra.

El joven asintió con convicción.

—Sí, hemos reunido a algunos de nuestros mejores guerreros y cultivadores. Esta vez no dejaremos nada al azar —aseguró.

Ian miró hacia la cima de la montaña, donde sabía que la entrada a la gruta esperaba. Podía sentir una poderosa energía espiritual fluyendo desde allí, aún recordando el peligroso monstruo que los había obligado a retirarse la última vez. Sin embargo, esta vez sentía que las circunstancias eran diferentes.

—Muy bien, vayamos entonces —dijo Ian con una sonrisa, mientras se unía al grupo. Sabía que esta podría ser su oportunidad de obtener recursos valiosos y ganar más puntos energéticos.

Juntos, comenzaron a ascender la montaña una vez más, decididos a enfrentar al monstruo y explorar los secretos ocultos en las profundidades de la Gruta del Cielo. Mientras avanzaban, Ian sintió una extraña mezcla de anticipación y desafío. Sabía que estaba a punto de enfrentarse a uno de los mayores obstáculos desde que comenzó su entrenamiento, pero estaba listo para lo que vendría.

Las diferentes facciones se reunieron al pie de la montaña, listos para enfrentarse al monstruo que custodiaba la entrada de la Gruta del Cielo. Habían pasado semanas preparando nuevas estrategias y recolectando las mejores armas y herramientas que sus familias podían proporcionar.

Uno de los líderes de las familias chinas, un joven alto con una expresión decidida, dio un paso adelante y presentó la primera de sus armas:

—Nosotros, de las familias chinas, hemos traído una Formación de Espadas Celestiales. Es un conjunto de espadas espirituales que, una vez desplegadas, forman una barrera impenetrable alrededor del objetivo. Esta formación no solo encierra, sino que también ataca continuamente al enemigo con cortes afilados de energía espiritual. Será fundamental para contener al monstruo mientras los demás lanzan sus ataques.

El grupo asintió, reconociendo la efectividad de una táctica que podría mantener al monstruo en un solo lugar, dándoles la oportunidad de atacarlo sin piedad.

Luego, uno de los representantes de las facciones occidentales, con túnicas de mago y una vara con gemas incrustadas, habló con voz firme:

—Nosotros hemos preparado un Hechizo de Inmovilización Arcana. Esta es una técnica mágica avanzada que usa símbolos arcanos para crear cadenas de energía que se adhieren al objetivo y lo inmovilizan por completo. El hechizo requerirá la cooperación de varios de nuestros magos, pero si lo ejecutamos correctamente, el monstruo no podrá moverse ni defenderse.

Los ojos de las facciones brillaron con determinación. Sabían que si lograban inmovilizar al monstruo, podrían atacarlo sin que éste pudiera reaccionar.

Luego fue el turno de las facciones estadounidenses.

—Nosotros trajimos un Prototipo de Arma Electromagnética. Esta arma es capaz de emitir pulsos de energía electromagnética a gran escala, lo que podría desorientar al monstruo, paralizar sus movimientos o interferir con cualquier habilidad energética que use. Sabemos que el monstruo depende de la energía espiritual de su entorno, y nuestra arma podría alterar ese equilibrio momentáneamente.

Las facciones intercambiaron miradas. Todas parecían estar bien preparadas, cada una con un plan para inmovilizar, contener y atacar al monstruo. Finalmente, todas las miradas se volvieron hacia Ian. Uno de los jóvenes del grupo, con una sonrisa curiosa, preguntó:

—¿Y tú, Ian? ¿Qué has traído para esta batalla?

Ian pensó rápidamente. Sabía que no quería revelar el poder de sus esclavos de alma a menos que fuera absolutamente necesario. Quería mantener su ventaja en secreto el mayor tiempo posible. Después de una breve pausa, respondió con una sonrisa tranquila:

—He traído LA Joya del Rey de Fuego. Esta joya puede liberar ataques explosivos de fuego concentrado, creando una serie de explosiones en cadena que no solo causan daño directo, sino que también generan calor intenso capaz de debilitar a cualquier criatura que dependa de la energía espiritual del entorno.

Los jóvenes asintieron, impresionados por la aparente utilidad del objeto que Ian había mencionado.

—Parece que estamos bien equipados, entonces. Con estas herramientas y nuestras tácticas, este monstruo no tendrá oportunidad —dijo uno de los líderes con entusiasmo.

Ian se mantuvo calmado, satisfecho de haber desviado la atención de sus verdaderos recursos. Mientras el grupo se preparaba para avanzar hacia la entrada de la gruta, Ian observaba cuidadosamente a sus compañeros, calculando sus movimientos y preparándose para lo que estaba por venir. Sabía que la verdadera batalla apenas estaba por comenzar, y estaba listo para cualquier eventualidad.

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