—Ella ni siquiera me reconoce, ¿por qué le importaría esto? —murmuró en voz baja, pero su padre lo escuchó claramente.
—¿A qué te refieres con eso?
Dante levantó la cabeza para mirar a su padre. ¿Había escuchado lo que acababa de decir? Pensó.
—No es nada. —luego, sentándose, preguntó— ¿Cómo sabes que he encontrado una compañera?
Le llegó el turno a su padre de mirar hacia otro lado. —¿Pusiste a alguien en mi cola, otra vez?
Dante siempre era cauteloso con quien camina desde que descubrió que su padre siempre envía a alguien para espiarlo.
—¿Quién fue? ¿Quién te dijo que encontré a mi compañera? —su voz se elevaba con cada sílaba.
—Eso no importa. —contestó y lo miró fijamente. Dante se echó atrás con su mirada, y enojado se levantó y se fue a parar al lado de la puerta.
Miró a su padre con enojo. Siempre usa su poder de alfa para dejarlo sin palabras.
—Hablaremos de tu compañera más tarde. —Alfa Esteban se levantó y caminó hacia él— Hablemos de la dama de arriba.
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