—¿Una desconocida? Alfa, dijo que es tu amante y nos suplicó que no te informáramos porque estaba planeando sorprenderte. Incluso nos mostró una de las encantadoras fotos que se tomaron juntos, cuando le dijimos que no le creíamos —le explicó el guardia a Elías.
—¿Y te creíste sus palabras así como así? ¿Y si viene con malas intenciones? —gritó Elías.
—La registramos minuciosamente y no encontramos nada peligroso en ella —informó el guardia.
—La próxima vez, no permitas algo así sin informarme, no importa quién o qué sea el visitante, ¿entiendes? —gruñó Elías.
—Sí, Alfa. ¡Perdóname! —imploró el guardia y Elías lo bloqueó.
—¿Por qué estás aquí, Tina? —preguntó Elías a la visitante no deseada.
—¡Eh! ¿Así que prefieres que satisfaga tu curiosidad antes de darme la bienvenida? —preguntó Tina con una sonrisa brillante que solo parecía molestarlo más.
—Sí, por favor —insistió él.
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