Rosa no podía dejar de ver la diferencia de estatus entre ellos. Ella era su criada y él era su empleador. Simplemente observando desde un costado, Rosa veía que, aunque los soldados a veces bromeaban con Zayne cerca de la hora de la cena, no ignoraban la diferencia de estatus.
Se sentía cómoda alrededor de Zayne pero aún era consciente de su posición. Era fácil no sentirse rara alrededor de Zayne siendo su criada, ya que él no la hacía sentirse como una sirvienta. Rosa no había vivido algunas de las historias que Janice le contó mientras trabajaba para Zayne, lo cual apreciaba.
—¿Puedes decirme qué fue lo que te causó pánico? —preguntó Zayne, necesitando saber si alguien la había molestado o si era algo común.
Rosa dudó al principio ya que para ella no era nada, pero no quería mentirle a Zayne. —Algunos de los soldados han estado mirando. Algo de eso está bien ya que deben estar curiosos sobre por qué estoy aquí, pero otros miran y sé lo que significa. No se me han acercado.
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