—¡Eso es imposible! ¡Ella no puede ser una Ídolo de Dreamscape! —exclamó Amelia, con los ojos bien abiertos de incredulidad mientras miraba a Michelle.
Michelle había vuelto a casa después de su charla con Selene. Tener que ver a Selene en el edificio se sentía como un veneno que tenía que tomar todos los días. Había informado a su familia sobre lo sucedido.
—Ella firmó con ellos hoy. Ni siquiera sé cómo fue posible —dijo Michelle con un bufido—. Quizás se acostó con el CEO para que la firmara como su ídolo. Esa zorra.
Michelle frunció el ceño al escuchar a su madre.
El CEO de Dreamscape Entertainment era un hombre joven, pero nunca había mostrado interés en ninguna ídolo en absoluto. Además, siempre firmaba verdadero talento en su agencia. Dudaba que Selene lo hubiese seducido. Odiaba admitir que Selene tenía un buen talento para la actuación. Pero no había forma de que fuera a admitir que Selene era mejor que ella.
—Eso es imposible —murmuró Michelle.
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