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CAPÍTULO 24: PUEDES DECIR QUE TÚ ME DEJASTE

"Era infinito nuestro amor entonces,

Mas nuestro orgullo casi lo igualaba,

Ni ella cedió, ni yo cedí... rompimos

Sin quejas, sin palabras, sin reproches."

AINHOA

Podía sentir la hierba húmeda bajo mis pies y la brisa de invierno golpeando mi rostro, comencé o frotar mis brazos para obtener algo de calor. Bajé la mirada siendo a penas consciente de lo que llevaba puesto, un vestido corto para dormir y estaba descalza.

Comencé a caminar sin saber hacia dónde estaba yendo, a cada paso que daba la maleza que me rodeaba se hacía más espesa y parecía que los árboles se hacían más grandes juntándose en las copas y haciendo cada vez más difícil ver el cielo.

-Ainhoa, ayúdame. -La voz de Riddle llegaba a mí en apenas un murmullo. – Ayúdame, por favor. – Busqué de donde provenía la voz, era un muy buen señuelo para atraerme. Casi creíble.

- Buen intento, pero Riddle no pediría ayuda y menos rogaría por ella, aunque estuvieran torturándolo. – Una carcajada se escuchó a lo lejos haciendo eco en mis oídos, conocía perfectamente al dueño de aquella risa algo retorcida.

- Lista como tu padre, mi pequeña Ainhoa. – Sonreí de lado, sabía que no tardaría en intentar contactarme. – Hay algo diferente en ti.

- ¿En serio Gellert? – Busqué con la mirada de dónde provenía su voz, pero no lograba encontrarlo. – El gran Grindelwald buscando a su pequeña e inocente hija en sueños, te has vuelto un cobarde, padre.

- Más respeto Ainhoa, no olvides con quién estás hablando. - Sentí como algo impactó contra una de mis mejillas, para ser un sueño dolía como los mil demonios. - El hecho de que sea un sueño no me impide hacer lo que quiero.

-Jódete. – Acaricié mi mejilla con una de mis manos. – Tú y yo tenemos asuntos pendientes, padre. Por ejemplo, ¿en dónde está Liam?

- Si quieres saber eso, tendrás que reunirte conmigo. - Hizo una pausa dramática y después de unos segundos se dispuso a hablar. - Te devolveré a tu hermano.

- ¿Pero? Contigo siempre hay un pero

-Será un pequeño intercambio, su libertad a cambio de ti.

- Eso no pasará por ahora, Gellert. Pero, ten por seguro que nos veremos. Tú y yo tenemos muchas cuentas pendientes.

- Mocosa irrespetuosa. -No dijo nada más, el silencio se instauró en el fúnebre claro en el que estaba. Nubes de humo comenzaron a aparecer frente a mí, inferi.

Cada inferius apresaba a alguien, tuve que acercarme un poco más para poder ver el rostro de las personas a las que sometían. Dolohov, Orión, Lucretia, Walburga, Anastasia y en el centro como atracción principal, Riddle.

- Esto es un sueño, ellos no están en peligro real. - A pesar de decir aquello no podía evitar sentirme intranquila por la escena. El mensaje era claro.

- Se llama tortura, mi pequeña. -Sentía su aliento en mi nuca, sin previo aviso los inferi actuaron degollándolos y torturándolos. Sus gritos calaban hondo en mí, no era real, pero eso no lo hacía menos torturante. Cerré los ojos y cubrí mis oídos en un intento de callar los gritos desgarradores de mis amigos. Intenté despertar, pero no podía, su risa a lo lejos me llenaba de ira. Para cuando abrí los ojos estaba rodeada de cuerpos inertes, bañada en sangre. – Mira atentamente Ainhoa. – Estaba de pie a mi lado. - ¡AVADA KEDAVRA! -La maldición golpeaba de lleno en el pecho a Riddle, elevando su cuerpo en el aire y cayendo al suelo con un ruido sordo. Una y otra vez.

- ¡NO! Para, por favor para. – Mi cuerpo convulsionaba por el llanto, la primera en correr hacia mí fue Anastasia.

-Ainhoa, pero qué... - Me observaba con preocupación al pie de la cama. Lucretia se acercó lentamente y ahogó un grito al verme. Bajé la mirada e igual que en mi sueño me encontraba bañada en sangre.

-Dime que esa sangre no es tuya, Anhi. -Negué para tranquilizarlas, ya que Lu se encontraba al borde de las lágrimas. Les conté lo de mi sueño, al finalizar el relato las tres chicas me miraban preocupas y con algo de temor en sus ojos.

-Aquí él no puede lastimarte ¿verdad? – Walburga había tomado la mano de su prima en busca de apoyo. Mi grupo de amigos conocía parte de la verdad, al menos la parte en que Gellert era mi padre y que nadie podía saberlo ya que el ministerio no dudaría en apresarme junto a mi hermano por ser sus hijos.

-No, tampoco dejaría que los lastimaran. - Les pedí a todas que volvieran a dormir. Busqué un pijama limpio, tomé una ducha y volví a la cama. No pude volver a conciliar el sueño el resto de la noche.

**********

Las horas se volvieron días y los días, semanas. Casi no dormía gracias a mi padre y debido a que todas las noches el grupo se reunía en nuestro dormitorio a estudiar para los TIMOS. No faltaba mucho para rendirlos y a pesar de que no necesitaba estudiar para ellos, me quedaba para ayudar a Orión y Dolohov, a veces también ayudaba a Abraxas con pociones.

-Ainhoa, ¿Estás bien? -La voz de Orión me trajo de nuevo a la realidad, Walburga se había quedado dormida sobre su libro de DCAO y Dolohov intentaba entender algo de lo que Lu y Ana le explicaban.

- Sí, no te preocupes. Solo estoy algo cansada. - Necesitaba un poco de paz y por la hora sabía que la sala común debía estar vacía. Me disculpé con los chicos y salí de la habitación, bajé las escaleras. Como pensaba no había nadie. Me acomodé en uno de los sillones frente a la chimenea observando las llamas en su vaivén.

- ¿Tienes algo para decirme? – No había necesidad de comprobar con la mirada quién era, podía reconocer su fragancia en dónde fuere. - ¿Estás listo para escucharme ahora, Tom?

-No lo sé, nunca estaré totalmente listo para hablar contigo. -Suspiró y tomó asiento a mi lado. – Te ves fatal Grindelwald.

- Tú sí que sabes qué decirle a una chica, Riddle. – No me devolvió la sonrisa, ni siquiera me miraba, sus ojos estaban fijos en el fuego. Hacía mucho tiempo que no veía tanta seriedad en su rostro. – Sé que...

- Aquella vez en la cámara de los secretos, ¿Ellos no eran tus padres? – Había practicado todo tipo de conversaciones y explicaciones para Riddle, pero nunca pensé que empezaría por el recuerdo de la cámara de los secretos. – Asumiré que tu silencio es una afirmación. – Su mirada refleja el fuego de la chimenea, intento decir algo, pero mi mente se ha quedado totalmente en blanco. – Por primera vez en mi vida me encuentro totalmente confundido. He intentado buscar una explicación lógica a todo lo que está pasando y a todo lo que parece no encajar. – Observaba su perfil con atención, cada rasgo de su rostro. Algo dentro de mí me decía que no lo tendría tan cerca de nuevo. Giró fijando su mirada en la mía. – Así que te daré la oportunidad de decirme la verdad, dime qué pasa Ainhoa.

- Lo lamento tanto. – Apenas puedo decir esas palabras, levanta su mano, pero la deja caer antes de tocar mi rostro, siento una cálida lágrima deslizarse por mi mejilla. Endurece el gesto y mete sus manos en los bolsillos de la túnica. – Hay cosas que no puedo explicarte ni decirte. Solo puedo decirte que, si bien Grindelwald es mi padre, aquellas personas que viste en la cámara hicieron un mejor trabajo que él.

- ¡Maldita sea, Ainhoa! – Se levanta de golpe del mueble, camina de un lado a otro tirando de sus cabellos negros. Siento su magia removerse inestable. - ¿Se supone que debo alegrarme de que me digas eso? ¿Qué tan estúpido crees que soy? – me toma de los brazos y me obliga a levantarme del mueble. Intento entenderlo, pero siento como la ira comienza a crecer dentro de mí. – Estoy harto de tus secretos y tus mentiras, no vales tanto la pena Grindelwald. – Me suelta de golpe, el mueble detiene mi caída y como puedo me levanto. La paciencia se me ha terminado.

- Entiendo tu posición, pero no te permitiré este tipo de cosas. – Le doy la espalda y comienzo a caminar en dirección a las escaleras, su mano se cierra en mi muñeca y tira de mí haciéndome trastabillar en el primer escalón. – Suéltame Riddle, no lo repetiré dos veces. – Trato de liberarme de su agarre, pero solo logro que él presione más.

-No he terminado de hablar. – Me arrastra con él hasta la entrada de la sala común. – Vas a conocer quién soy realmente. – Me freno de golpe obligándolo a detenerse y que se gire para mirarme directamente a los ojos. Un destello rojizo cruza por sus ojos haciendo que un escalofrío recorra mi espalda.

-No hace falta, te conozco demasiado bien. – Frunce el ceño y por la fuerza que pone en su agarre sé que eso solo lo hace enojar más. – Conozco ese monstruo que tratas de ocultar ante los demás. – Me suelta con brusquedad, pierdo el equilibrio y mi culo impacta contra el frío suelo. – Eres un imbécil. Te enfadas conmigo por mis secretos, pero ¿Qué hay de ti Riddle? No has podido explicarme lo de la cámara ni de tus extrañas y secretas reuniones con ese grupo de idiotas que tienes por amigos. – Me levanto como puedo y le hago frente, su seriedad solo alimenta mi ira. – Si no, podemos hablar también de tu inclinación a torturar a las personas o quizás podrías explicarme ese extraño dibujo de tu diario. – Su rostro se contorsiona en una mueca de ira, sé que he llegado a su límite.

- Así que por eso no lo encontraba, tú lo tienes. – Da un paso hacia mí, pero no retrocedo. Amo al chico que tengo frente a mí, pero ninguno de los dos puede ignorar el peso que conlleva ser nosotros mismos. "Al fin habéis recordado que tienes que matarlo, ya era hora". El destello rojo de su mirada me recuerda a quien vine a buscar. – ¿Crees que, porque te amo, no te mataré? - Sus labios se curvan en una sonrisa escalofriante. – No metas tus narices donde no te llaman Grindelwald. Esto ha sido un error.

- No podría darte más la razón. – Ambos nos observamos durante un minuto que se hace eterno. Sabemos lo que involucran esas palabras.

- Esto se terminó, Grindelwald. – Sus palabras golpean con fuerza mis oídos, caigo en cuenta de lo que pasa. En sus ojos ha desaparecido aquel destello rojizo de hace un momento y nuevamente veo al Riddle humano, ese del que me enamoré. – No te metas en mi camino Ainhoa, porque si lo haces no tendré reparo en quitarte del medio. – En sus ojos puedo observar la duda asomarse al igual que en sus palabras. Atrapa un mechón de mi cabello y lo acomoda con suavidad detrás de mí oreja.

- Tom, solo olvidemos esto...

- No puedo olvidar quien soy y tú no puedes decirme quién eres. – Suspira y vuelve a meter sus manos en la túnica. Nuevamente su rostro no denota ninguna expresión. – No te cruces en mi camino, Ainhoa. – Se gira caminando hacia la puerta, mi corazón se contrae con dolor.

- Riddle...- Mi voz apenas es audible y si él no se hubiera detenido en la puerta, hubiera creído que en realidad no dije nada. – Si cruzas esa puerta, no hay marcha atrás. – Sí, Ainhoa Grindelwald estaba rogándole al futuro Voldemort que no la dejara. No puedo ser más estúpida. Si él se va, sabes que solo te queda una opción.

- Puedes decir que tú me dejaste. – Sin si quiera voltear a mirarme, abre la puerta y desaparece tras ella. Sus palabras quedan en el aire haciendo eco, mi cabeza no deja de reproducirlas una y otra vez.

- ¿Ainhoa? – La voz de Dolohov rompe con mi trance, ni si quiera sé cuánto tiempo he permanecido ahí de pie, observando la puerta, esperando que se abra y Riddle regrese. - ¿Estás bien?

- Anthony. – Giro lentamente para encarar a mi mejor amigo, puedo ver en sus ojos la preocupación. – Me dejó...- Es todo lo que puedo decir. Admitirlo en voz alta solo lo hacía real, el peso de la verdad era demasiado como para que mis piernas me sostuvieran por más tiempo; así que me dejo caer de rodillas en mi lugar, siento unos brazos envolver mi cuerpo.

- ¿Qué le pasa? – Escucho algunas voces, pero en ese momento no sé diferenciar cuál es cuál, he olvidado todo lo que me rodea. Y una sola frase ronda mi mente. Se fue y sabes lo que pasará. Tendrás tiempo de llorar cuando todo haya acabado. - ¿Ainhoa? – Busco con la mirada al dueño de esa voz, es la única persona que sabe toda la verdad. Los ojos grises de Orión me observan con preocupación.

- No puedo permitir que se vuelva como mi padre. – Las palabras quedan suspendidas en el aire, fuera del entendimiento de todos, excepto para Orión. Apenas me doy cuenta de que son sus brazos los que me rodean.

-Llora Ainhoa, llora si tienes que llorar. – Suspira al tiempo que acaricia mi cabello. Mis amigos temen por mi cordura, aunque no lo digan, he visto esa mirada de preocupación desde que desperté en la enfermería. No los culpo, estoy demasiado agotada. Orión se balancea conmigo en brazos y aunque quisiera llorar no puedo hacerlo, cierro los ojos. – Un problema a la vez, Anhi. – Es lo último que escucho antes de dejarme arrastrar al mundo de los sueños donde por primera vez en días mi padre no está.

******

Siento que alguien me zarandea con delicadeza, muevo las manos para alejarlo y me giro para seguir durmiendo. Nuevamente el zarandeo.

-Jo... ¿Es que acaso no pensáis dejarme dormir? – Me froto los ojos tratando de espantar el sueño y me siento en la cama. – Pero qué... - Anastasia arroja el uniforme sobre la cama, pero en su trayectoria me cae en la cabeza.

- Vístete, Ainhoa. Los TIMO'S son en una hora. – Habla apresuradamente y apenas puedo entender lo que dice. Salto de la cama y me visto lo más rápido que puedo, ella acomoda su corbata. – Mataré a esas Black. Se fueron temprano y no nos despertaron.

- Seguro lo hicieron, pero digamos que no somos fáciles de despertar. – Sonreímos y con un movimiento de varita arreglo nuestros desaliñados cabellos. – Ya no alcanzamos el desayuno ¿verdad?

- Seremos ayudadas por Merlín si es que logramos llegar al aula donde tomarán los TIMO'S. – Bufo expresando mi insatisfacción y ella tira de mí corriendo escaleras abajo, en el camino chocamos con algunos chicos que corrían al igual que nosotros. Algunos de último año corrían con libros en las manos aún. Para cuando llegamos a la puerta del salón nos habíamos quedado sin aliento, nos detuvimos un momento para recuperar aire y arreglarnos el uniforme.

Las puertas del salón se abrieron de golpe. Todos los Slytherin de quinto año estaban parados frente a nosotros con Slughorn a la cabeza, a su lado Dumbledore y un representante del Ministerio de Magia.

- Así que ya podemos empezar. – Es todo lo que dice Slughorn tratando de sonar molesto, pero fracasando en el intento con su típica y familiar sonrisa. Riddle se encontraba leyendo un libro, ni si quiera regresó a mirarnos como todos los demás.

El examen transcurrió con normalidad. Luego de la prueba escrita continuaron con las pruebas prácticas. En esta época los TIMO'S se rendían por casas. Fue el día más largo y agotador, por fin era la última prueba práctica. DCAO.

- Grindelwald. – El representante del Ministerio me observaba detenidamente, en realidad me había estado vigilando desde que empezaron los TIMO'S. después de unos minutos casi eternos, volvió a leer el pergamino. – Riddle. – El nombrado dejó a su grupo de amigos y se acercó al hombre. – Son los siguientes.

La prueba practica de DCAO consistía en un duelo en parejas, seleccionaban dos chicos al azar en la lista y ambos demostraban sus habilidades batiéndose a duelo con el representante del Ministerio. Era él quien ponía la calificación. Para mi mala o buena suerte mi pareja era Riddle, quien ni si quiera se había dignado a mirarme en todo el día. Era como si nunca nos hubiéramos conocido.

- Muy bien, las reglas ya las conocen. – El hombre no dejaba de mirarme, comenzaba a incomodarme un poco. – Pueden aplicar todos sus conocimientos, espero estén a la altura. Me han dicho que son los mejores de su generación. –Slughorn y Dumbledore nos observaban desde la mesa del jurado. - Empezaremos cuando estén listos.

- Estamos listos. – Respondió Riddle casi de inmediato. – Podemos empezar. – Lo fulminé con la mirada. Hicimos una reverencia y nos colocamos en posición de ataque. Los hechizos que McLaird nos lanzaba, eran complejos. Riddle y yo nos las apañamos para defendernos y atacar. Pasaron varios minutos antes de que el hombre detuviera el duelo lanzando chispas rojas de la punta de su varita. Hicimos una reverencia, el primero en bajar de la tarima fue Riddle. Cuando quise girar vi como de la varita de McLaird salió un destello de luz, el hechizo iba dirigido a Riddle, por inercia levanté la mano y desvié la trayectoria. McLaird me observó con desconfianza sin bajar la varita, Riddle sacó su varita en posición de ataque.

- Es suficiente, McLaird. – Dumbledore, al igual que yo, se había dado cuenta de lo que McLaird había querido probar con lo que hizo. Se acercó a Riddle, lo obligó a bajar su varita y guardarla. El mago hizo caso omiso de lo que Dumbledore dijo y esta vez su varita apuntaba a mí.

- Eso es magia muy avanzada, el tipo de magia que él puede hacer. – Sus ojos analizaban cada detalle de mi rostro, queriendo encontrar algún indicio que le confirmara lo que decía. Sonreí de lado, haciendo que él frunza el ceño. – Se parece tanto a... - Miro a Dumbledore y luego negó con la cabeza. – Si Ariana no estuviera muerta desde hace años, creería que...

- La Magia es poderosa en mi familia, hay cosas que uno aprende cuando trata de huir. – Es todo lo que digo, el hombre relaja su postura lo suficiente como para guardar su varita y retomar la compostura. Sé que no cree del todo en lo que digo, pero es suficiente para que vuelva actuar con "normalidad".

- De verdad son muy buenos, Albus. – Dumbledore le dedica una sonrisa de amabilidad y Slughorn sonríe con orgullo. – Serán grandes aurores.

- Lo dudo. – Pronunciamos Riddle y yo al mismo tiempo. Tanto él como yo sabíamos que las posibilidades de que Riddle fuera un auror, eran mínimas. Sus planes eran otros.

- Bueno aún tienen tiempo para decidir qué quieren ser. – La sonrisa de McLaird se había extinguido totalmente de su rostro. Dando paso a una mirada de desconfianza hacia mí, nuevamente. – Sabrán sus resultados pasado mañana antes del final del curso. – Abrió las puertas del salón y salió con el pergamino a llamar a dos personas más.

- ¿Cómo te fue? – Abraxas tenía una herida en el labio, como si se hubiera peleado con alguien.

- ¿Y a ti qué te pasó? – Dije acercándome para verlo más de cerca, no era una herida de preocupación, pero era extraño ver a uno de los herederos Malfoy con una herida de batalla. Por lo general suelen ser algo cobardes. Sonreí por mis recuerdos de Lucius y Draco Malfoy.

- Riddle... - Dijo apretando la mandíbula con ira, como si quisiera matar al mencionado.

- ¿Riddle? – La reacción de Walburga fue más rápida que la mía, no había siquiera notado en qué momento se nos habían unido. – Pero si las peleas muggles no son muy su estilo. – Dijo arrugando un poco la nariz, de una forma en que me hacía recordar a Sirius cuando escuchaba algo imposible de creer. ¿Cómo es que esta mujer se volvería algún día la odiosa mujer que renegaría de su hijo?

- Digamos que hay cosas que él no puede controlar. – Se encogió de hombros y me dedicó una gran sonrisa. – Así que espero, no les incomode que me les una un tiempo. – Pasó su brazo por mis hombros y me acercó a él dándome un beso en la sien.

- No hay problema, Malfoy. – Dijo Orión con tranquilidad. – Ya tenemos casa para veranear, ¿eh Dolohov? – Lo dijo con tanta emoción que todos comenzamos a reír, hasta que alguien pasó por nuestro lado empujándome. Una chica de sexto año con el uniforme de Hufflepuff, lo había hecho intencionalmente para que viera el preciso instante en que tomaba del brazo a Riddle y le hablaba al oído. Después de él asentir se despidió de sus amigos y se dio la vuelta con ella tomándolo del brazo.

Quise evitar el impulso que tenía de hechizarla, pero fallé en el intento. Susurré un pequeño hechizo e inmediatamente la chica cayó de cara por haber pisado su túnica, llevándose a Riddle con ella en la caída. El pelinegro se levantó con ímpetu, sin molestarse en ayudarla a levantarse. Caminó con dirección a las mazmorras y unos minutos después su sequito lo seguía por el mismo camino por el que se fue.

-Ainhoa... - Miré con inocencia a Dolohov, no pude evitar soltar una carcajada al verla levantarse avergonzada y pasar por mi lado. – Eso no está bien. – Pero en sus palabras no había reproche, eran de diversión. Como todos en mi grupo habían completado los TIMO'S, nos dirigimos al comedor para la cena hablando acerca de lo que haríamos en el verano. Una lechuza entró en el gran comedor y dejó caer una carta frente a mí. Fue la única ave que dejó correspondencia llamando la atención de todos, en especial la de Riddle.

En el sobre solo estaba el nombre del remitente y el mío, la carta era de Ayran. El director hizo un pequeño ruido para llamar la atención de todos, cosa que le agradecí mentalmente. Comenzó a hablar acerca de los TIMO'S y EXTASIS, asegurando que los alumnos de quinto y último año estaban exonerados de los exámenes finales. El gran comedor se llenó de ruido entre aplausos y vítores, y también de quejas por el resto de los años.

Me apresuré en comer y salí del comedor sin despedirme de nadie. Una vez que llegué al dormitorio me senté en la cama y saqué la carta de mi túnica. Abrí el sobre sin romperlo. Solo había una frase en el sobre, una sola línea que cambiaba todo. Una sola oración que me conmocionó al punto de no saber si reír o llorar.

"Encontré a Liam. Te recogeré en la estación antes de que parta el tren."