El corazón de Samantha dio un vuelco.
Se había acostumbrado a sufrir lesiones y pensaba que salvar a un niño valía la pena la lesión. Sin embargo, a Timothy no le gustaba verla herida.
El doctor aplicó medicina en Samantha, le puso una férula, la envolvió con algunas gasas, luego dijo —No dejes que la herida entre en contacto con el agua. Trata de quedarte en cama y no te muevas. Ven la próxima semana para quitar la férula y haremos otra radiografía entonces.
—Está bien, entendido.
Después de que los médicos y enfermeras salieron, la sala de consulta quedó en silencio y se podía escuchar una aguja caer.
Samantha levantó lentamente los párpados y echó un vistazo al hombre de rostro hosco que había estado de pie en silencio en una esquina. Pensó para sí misma por un momento y su rostro entero se contrajo revelando una expresión de dolor.
Timothy la miró de reojo y permaneció inmóvil.
Samantha lo miró con ansias y dijo con voz temblorosa —Me duele, Timothy.
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