Abby sabía que siempre era extremadamente serio, pero aún así su indiferencia le dolía.
Se mordió el labio y adoptó una mirada dulce —Nuestras familias siempre han tenido una buena relación, jugué contigo cuando era niña. ¿Aún soy una extraña...?
—Los demás, excepto mi familia y mi mujer, son todos extraños —dijo Dylan mientras tomaba un sorbo de vino tinto.
Abby reunió su coraje, ruborizándose, y sabía que no debía desperdiciar la oportunidad:
—Me gustaría ser tu familia, y prefiero ser tu...
Antes de que pudiera decir las dos palabras, "Tu mujer", un camarero se acercó:
—Señor Sterling, Miss White, ¿puedo atenderlos ahora?
Mirando su reloj de diamantes, Dylan dijo:
—Espera un segundo, no creo que todos hayan llegado todavía.
—¿Alguien más? ¿Quién es esa persona? —preguntó Abby con una desagradable sorpresa.
Susan le había dicho que el almuerzo era solo para ella y Dylan.
Dylan no dijo nada, pero dirigió su mirada hacia la entrada.
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