—Sí —Leia asintió.
—Si ella te ve ahora... ¿no te reconocería? Además, ¿no sería mucho mayor que tú? —preguntó, tratando de satisfacer su curiosidad.
—Mhm, lo es. Ella tiene cuarenta y cuatro años —respondió Leia.
—Uh, ¿cuán viejo es entonces ese hombre? —preguntó Levian.
Leia parpadeó, y sus labios se curvaron en una sonrisa de lado. —No quieres saberlo —se rió suavemente y tomó una respiración profunda.
—No sé qué hacer. Esto es tan complicado. Habría sido diferente si hubiera reencarnado con un aspecto diferente, pero... luzco exactamente igual. ¿Qué diría mi hermano si los encuentra y ella me llama mamá? Y no solo eso, ¿qué hay de Adrik?
—Quiero decir, no quiero asumir, pero puedo sentir que él todavía me ama... más de lo que debería —se sentó en la cama y acercó sus rodillas al pecho.
—¿Qué... quieres decir? ¿No lo... amas tú? —Levian preguntó con la cabeza ladeada.
Leia lo miró y parpadeó, sin poder decir una palabra.
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