Joaquín y Aries decidieron dar un paseo por el jardín después de la comida. Caminando uno al lado del otro, Aries miró a su derecha donde su esposo caminaba, con las manos entrelazadas detrás de él, manteniendo su silencio.
—No pareces estar bien, esposo —rompió ella el silencio entre ambos, observando a Joaquín echarle una rápida mirada—. ¿Estás bien?
—Por supuesto —dijo él, mostrando una sonrisa que no llegaba a sus ojos—. ¿Por qué no estaría? ¿Qué tal tú? ¿Disfrutaste la comida?
Esta vez, Aries cerró los labios y levantó la barbilla, mirando hacia adelante, sintiendo la relajante brisa de la noche golpeando su rostro. Permaneció en silencio durante varios segundos, sintiendo la mirada de él en su lado mientras sus pasos se ralentizaban.
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