Las emociones obstruían su garganta y tenía medio miedo de comenzar a llorar. Kinshra había sufrido tanto en su ausencia y él ni siquiera lo sabía. No era difícil entender que con la ayuda de los Nyxers, Sirrah había organizado esas batallas solo para que él se mantuviera lejos de Kinshra. No podía creer la depravación de su esposa. Era absolutamente despreciable. Su maldad superaba la de Felis. ¿Cómo podía ser una persona tan malvada que solo para cumplir su juego final podía arriesgar la vida de su esposo?
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