—Biham gruñó su desaprobación. Te pedí que no me molestaras.
—Sirrah abrió la puerta a pesar de la resistencia de los guardias. ¡Tienes que escucharme!
A Biham no le gustó la intrusión en absoluto. Se levantó y barró sus pies fuera de la cama, listo para golpear a Sirrah por su audacia. Sirrah se encogió y se acobardó y antes de que él pudiera pegarle, dijo:
—Lusitania no está en su habitación.
Él se detuvo a mitad de camino mientras miraba fijamente a Sirrah. La sangre drenaba de su rostro cuando las palabras de ella tuvieron sentido. —¿Qu—qué?
Contenta de haber captado su atención, Sirrah agregó sarcásticamente:
—Tu verdadera heredera está ahora con el Rey Eltanin, quien resulta ser tu verdadero enemigo.
—¿Cómo es esto posible? —No podía creer ni una palabra de lo que Sirrah decía.
—¡Está follando con Eltanin mientras hablamos!
—¡Cállate! —La voz de Biham resonó en la cámara. Tanto madre como hija se encogieron de miedo.
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