Cuando la puerta metálica se cerró de golpe detrás de ella, el sonido de traqueteo seguía resonando en sus oídos. Ver programas de crímenes basados en la realidad solía ser divertido para ella.
¡Ya no!
Ahora sentía como si los criminales de alguna manera decidieran vengarse de ella.
Soltando un suspiro, avanzó y se sentó al borde de la cama, agarrando la áspera manta mientras todo lo que acababa de sucederle empezaba a hundirse en su mente.
Estaba en una celda. Había sido arrestada.
La traición de Nina.
El inesperado cambio de destino de Marissa.
¡Oh, Dios! Se arrodilló en el suelo y juntó las palmas, cerrando los ojos —Por favor, haz que todo desaparezca —murmuró—. Por favor, Dios, envía a alguien que me salve. Si estás ahí... si existes, por favor envía ayuda.
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