Los ojos de Marissa permanecían cerrados y podía sentir los dedos de Rafael pasando por su cabello. Por un minuto pensó que era una situación hilarante.
Estaba en la oficina del Presidente, sentada en el regazo del Presidente, mientras él estaba asentado en el suelo, asegurándose de que ella se sintiera cómoda.
Muy lentamente él estaba regresando a su corazón. Las falsas paredes a su alrededor se iban derrumbando gradualmente haciéndola más vulnerable.
Si él se mantuviera tan persistente entonces ella estaba segura, que un día... o quizás una noche, ella podría estar rogándole que pasara la noche con ella. Como un esposo realmente comprometido.
La única pregunta que la incomodaba en el fondo de su mente era si él pensaba que ella era inocente, entonces ¿por qué no estaba enfrentando a su madre y a su malvada hermana mayor?
¿Por qué no les estaba tomando del cuello?
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