Cuando Shen cumplió 17 años, se le permitió por primera vez participar en la reunión que se celebraba cada tanto entre el rey, reina y ministros para atender todo tipo de situaciones relevantes para el reino.
Se discutió primero la situación más urgente. Recientemente en la frontera del reino un grupo de bandidos atacaba a los aldeanos y lanzaba constantes amenazas sobre invadir el reino, la situación era insostenible y a pesar de haber intentado reducirlos, estos eran muy violentos e impredecibles por lo que se habían perdido ya demasiados recursos.
Este punto había sido tratado tantas veces antes que a los ministros se les habían acabado las propuestas de posibles soluciones, por lo que nadie hizo el menor ruido por unos largos segundos, cuando por fin uno de ellos habló.
—Su alteza, —dijo uno de los viejos ministros— los refugiados de la secta de guerreros lobo podrían intentar enfrentarlos, aunque no es información confiable, se dice que son guerreros muy capaces.
El rey lo consideró unos segundos, para luego responder:
—Disminuye la cantidad de armamento, si logran la victoria podrán quedarse y formar parte de nuestro ejército, de lo contrario su derrota significará su exilio. La necesidad de ganar los motivará más que el simple deseo de salir victoriosos, después de todo es el miedo lo que realmente mueve al hombre.
Resuelto el problema, se trataron un par de asuntos más antes de acabar con la sesión. Era sabido por todos que los ministros debían retirarse solo después de la realeza o con la aprobación de esta. Sin embargo, al retirarse los reyes, todos los ministros ignoraron al príncipe y salieron sin más.
La solitaria figura del príncipe en el gran salón parecía iluminarlo todo, como era usual "la belleza fría" del reino estaba enfrascada en sus pensamientos.
Shen, entendía las verdaderas intenciones de su padre. Los guerreros de Gongmen eran hombres realmente preparados y el envidiado armamento que poseía la ciudad fue pieza clave para innumerables victorias. Aunque la secta de "Guerreros lobo" tenga habilidades de lucha sobresalientes les sería difícil sino imposible salir victoriosos, habrían muchas bajas y serían expulsados.
El rey, en primera instancia, había aceptado a esa gente teniendo en mente lo útiles que podían ser. Sin embargo, durante los últimos meses llegó a la conclusión de que no eran más que una carga para el reino pues había sirvientes por montones, insatisfecho con esto aprovechó esta oportunidad para deshacerse de ellos.
Shen sabía que su padre jamás pondría como prioridad el bienestar de la gente y conocía muy bien lo despiadado que podía llegar a ser. No podía evitar sentir pesar al imaginar la sangre que se derramaría y el dolor que se ocasionaría tan injustamente.
El rey no confiaba en estos guerreros de la secta refugiada sino que este era un intento para deshacerse de ellos. "¿Qué debo hacer?" pensaba, mientras fruncía el ceño y fijaba su vista en un punto al azar del hermoso salón.
Entendía que si quería llegar lejos en ese palacio cruel no podía preocuparse por nadie más hasta que obtuviera todo el poder pues creía que la benevolencia era un privilegio solo de poderosos, pero… momentos así hacían que se replanteara todo otra vez. "¿Realmente debo… dejar que esto suceda?"
Hasta ahora había actuado según la idea de que podría ser el buen gobernante que Gongmen merecía una vez llegara al trono. No quería ser como su padre, pero tampoco quería morir asfixiado por la oscuridad de quienes viven allí e intentan ser diferentes.
Aborrecía la idea de perderse y ser consumido por esa oscuridad. Odiaba sentir que caminaba por una fina capa de hielo y de dar un mal paso morir ahogado por las heladas aguas bajo sus pies.
El imaginar ese futuro sombrío lo ponía muy nervioso, y como de costumbre, apretó sus puños y clavó sus uñas fuertemente en sus palmas. Mientras intentaba recuperar el control recordó de repente unos mechones profundamente negros y tan mojados que goteaban agua. Era la misma sensación sofocante, pero al recordar también el color tan lleno de vida de aquellos ojos… de repente ya no era tan malo.
A pesar de invertirse los papeles de salvador y salvado, en las ocasiones en las que interactuaron, la mirada de Zhang le inspiraba siempre fortaleza. Como una fiera obligada a vivir bajo el yugo de simples mortales, sería un error creer que podría domesticarse algún día, solo bastaba mirar fijamente aquellos ojos insondables para notar quién tenía realmente el poder. El imaginar que incluso una persona así podría sobrevivir en este palacio lo llenó de esperanza.
Sumando ese dato a la ecuación y aún si no lograba sobrevivir a la vida en el palacio, no parecía tan terrible ser devorado por ese aterrador vacío y ahogarse en las heladas aguas del palacio, si al menos así podía asegurar la existencia de personas tan luminosas como Zhang.
Hasta hace unas horas planeaba mantenerse al margen de las injusticias del palacio y gobierno de su padre por lo menos hasta que llegara al trono, pero la decisión que debía tomar podría cambiarlo todo, entonces analizó sus opciones:
Continuar por su camino actual y permanecer al margen de las injusticias del gobierno de su padre hasta que herede el trono aunque vaya en contra de sus principios. Hacer una excepción en el método que siguió por tantos años y apostar su vida intentando evitar la injusticia que su padre estaba a punto de cometer y así al menos asegurar la sobrevivencia de personas como Zhang.
Shen era consciente de lo que implicaba tomar la segunda opción. Había controlado por tanto tiempo sus acciones, desde pequeño se había superpuesto a las intrigas y abusos que veía o recibía en el palacio y aunque fue difícil eso lo había mantenido en el camino al trono.
Aun así, no pudo evitar sentir inquietud, definitivamente no pondría la vida de tantas personas por debajo de la suya.
El príncipe ya en su habitación se recostó en su sillón y miró el techo de su gran habitación. "...tal vez desde el principio mi vida en este palacio fue una apuesta…" pensó mientras dejaba salir lentamente la respiración contenida.
¿Acaso era la esperanza lo que lo motivaba a cambiar su plan de acción, que tanto esfuerzo le había costado? Una parte de él se sentía como si fuera a lanzarse al vacío esperando volar, sintió que su cambió era autodestructivo como una polilla que se acerca a una fuente de luz demasiado potente, aunque esto suponga su muerte.
Con este tumulto de sentimientos que lo abrumaban, Shen tomó su decisión.
Pequeño teatro
Entrevista al candidato a gobernador, Shen.
Entrevistador: Entonces, ¿Hubo alguna persona que lo motivó a cambiar su método de candidatura?
Shen: (guarda silencio un momento) … sí (responde vacilante en voz baja)
Entrevistador: … (esperando que añada más detalles)
Shen: …
Entrevistador: …¿Podría contarnos más acerca de esa persona? (Poniendo una sonrisa falsa para cubrir la situación incómoda)
Shen: (se sonroja, desvía la mirada y se aclara la garganta) no creo que sea relevante revelar esa información.