SON TODOS MONSTRUOS

—¿Es este el olor? —Zander se acercó a Amanecer, mientras arrugaba la nariz al oler ese hedor rancio que venía desde la dirección del palacio.

Estaban justo afuera del palacio, escondiéndose detrás del edificio en la ciudad, listos para cargar hacia adelante una vez que Amanecer dijera que estaba despejado para que atacaran.

—Sí. —Amanecer sonrió dulcemente, pero no se debería confundir su rostro angelical, ya que era muy malvada.

Fue idea de Amanecer poner el veneno en el cuerpo de Aurel. No estaban seguros de si lo hizo puramente porque quería ayudar, o si era el alcance de su rencor hacia el curandero/a, de cualquier manera, su idea fue brillante y les ayudó tremendamente.

Después de que Zander se dio cuenta de que el Santo Reino y la secta del dragón se habían unido, Cenit llegó a la conclusión de que querían el cuerpo de Aurel por alguna razón, ya que el Anciano Isaac y el Anciano Rio insistían mucho en que Zander devolviera el cuerpo a ellos.