Cenit se suponía que estaba muerto, pero no lo estaba. El poder divino lo protegió y ahora despertó con recuerdos vagos de lo que había ocurrido en su primera vida.
Sus recuerdos de su vida anterior no regresaron al mismo tiempo. Era como una pesadilla que podía despertarte en medio de la noche, pero en realidad, cuando abrías los ojos, lo olvidabas.
Los recuerdos llegaban pedazo a pedazo con el pasar del tiempo.
Cenit decidió no llevar al alfa Tony a la ciudad capital por perder a mil de sus guerreros, sino que quería a su hija.
En ese momento, no sabía por qué tenía ese fuerte impulso de tener a esa adolescente, lo cual no era apropiado.
Obviamente, no era lujuria. Se golpearía la cabeza por desear a una chica de quince años, pero tenía este fuerte sentimiento hacia ella... no deseo, sino tristeza...
Para entonces, no sabía por qué.
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