—Mentir ya era un crimen en sí mismo, más aún mentirle al alfa.
—¡No! ¡No! ¡No! —lloraba Helecho, suplicaba y rogaba por piedad, pero eso no hizo que el alfa simpatizara con su predicamento y Helecho no tuvo tiempo suficiente para hacer cambiar de opinión al alfa, aunque la posibilidad de ello era casi nula.
Y cuando la daga le cortó la lengua, se oyó ese sonido gorgoteante que resonó por todo el comedor, mientras un silencio espeluznante envolvía el lugar.
Amanecer observó cómo Helecho lucía muy arrepentida, pero antes de que pudiera decir algo, el guerrero había llevado a cabo el castigo y esto la dejó bastante impactada.
Afortunadamente, Cenit cubrió sus ojos de la escena macabra que estaba ocurriendo y cuando ese sonido repugnante resonó en la habitación silenciosa, la atrajo contra su pecho y le cubrió las orejas.
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