—Tú, mejor no le digas a tu padre —Sang Zhilan refunfuñó durante un buen rato, sin atreverse a mencionar más el asunto de cambiar de dormitorios. ¿Acaso podría pensar que Tang Yuxin era una tonta que no entendía los beneficios de un dormitorio individual con su propio baño, o elegiría uno sin nada en absoluto donde tenía que luchar por la ducha todos los días con otros?
¿Sólo ella y su hija eran inteligentes, y todos los demás estúpidos?
Con una mirada distante, Tang Yuxin colocó el teléfono sobre la mesa y le lanzó una mirada fulminante a Wei Jiani. Su mensaje era claro: toma tu teléfono y lárgate. Por una vez, no quería molestar el descanso de los demás. ¿Cómo podía Wei Jiani, con todo su descaro, codiciar su habitación individual? Era un absurdo. Apenas unos meses de prácticas y ya quería un dormitorio individual.
Hablará de ello cuando su período de prácticas haya terminado y pueda quedarse en el Hospital General de Pekín.
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