En la fila de jueces, Rivera estaba asombrada por la respuesta que recibió Kiba.
Como la actual Miss Delta, estaba acostumbrada a ser el centro de atención y a disfrutar del asombro del público. Ahora, al escuchar los vítores por Kiba y ver a las mujeres mostrándole sus tetas, su autoconfianza recibió un gran golpe. Instantáneamente supo que no había inspirado tanto asombro como él, ¡y eso que siendo hombre!
—¡Es aclamado por todas las razones equivocadas! —pensó Rivera con desprecio.
—¡La estúpida muchedumbre está confundiendo la notoriedad con la fama! Son idiotas insensibles que no saben cómo se admira o se juzga la belleza! —A pesar de sus pensamientos despectivos, su expresión no cambió. Siguió sonriendo, dando la apariencia alegre que al público le encantaba.
Como modelo de moda, esa era la muestra de su talento. Saber manejar cualquier situación sin que se traslucieran las emociones en el rostro.
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