—¿Has oído? ¡Fabian Percival casi muere en un intento de asesinato hoy!
Itai Huntington llevaba un abrigo de trinchera rosa, una pajita en la boca, sorbiendo jugo mientras miraba hacia abajo. Había recibido la noticia hace media hora. Dos hombres habían hecho su jugada en un almacén desvencijado en los muelles de Ciudad Gonzalez y casi habían acabado con Fabian Percival. Todos los guardaespaldas de Fabian Percival estaban fuera de combate, pero afortunadamente, Rocco Leocadia, uno de los Cuatro King Kongs, intervino y salvó a esta importante figura que acababa de regresar a Ciudad Gonzalez ayer.
—Lo sé, uno viejo y uno joven —dijo Itai—. El viejo es bueno envenenando, el joven es fuerte como un buey. Usaron puños y un viejo Jetta como sus herramientas del crimen.
Julio Reed miró a Itai Huntington, su rostro lleno de desdén.
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