—Bueno, la lección no es suficiente. Si hubiera aprendido algo, la verías aquí ahora mismo, pero ¿dónde está ella? —preguntó el general a su hija mientras masticaba su panqueque. Gracia apretó los labios, pensando en qué decir. No quería que su familia se desmoronara.
—Todo pecado puede ser perdonado... —empezó Gracia, con una voz suave e implorante.
—Ya basta, Gracia —interrumpió bruscamente su hermana Kate—. Anna ya no es la única nieta. Ahora tenemos a Nari. Todo el amor que tenías por esa chica inútil debería ser traspasado a Nari.
—Lo dijo con una finalidad que picó, cortando a Gracia a mitad de frase.
—¿Qué bien hace esa chica? Por más que lo intentes, Kate, nunca será parte de esta familia —su voz era aguda, ganándose una mirada feroz de Kate.
—¿Y Anna es mejor? Vamos, Gracia, ni siquiera te gustaba su madre cuando estaba viva —replicó Kate, con un tono helado.
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