—¿Con qué motivo me arrestan? ¡Tengo pruebas y les demandaré! —Desde que fue llevado a la estación de policía, Joaquín había estado gritando sin cesar, causando un gran dolor de cabeza a los oficiales que lo interrogaban.
—¡Basta! —Yetta Astir, su rostro de acero con ira, entró marchando a la habitación. Su voz potente detuvo instantáneamente las explosiones de Joaquín.
—Yo... ¡Yo te acuso de beneficiarte de tu posición y corrupción! —gritó Joaquín a Yetta, aunque su animosidad era notablemente menor que antes.
—¡Humph! Demándame si quieres. Pero recuerda, esto es una estación de policía, no tu casa. Deberías callarte y escuchar ahora —se burló fríamente Yetta.
Muchas personas habían tratado de amenazarla antes, solo para descubrir que su fanfarronería se evaporaba bajo su mirada gélida. Yetta típicamente les decía que siguieran adelante con sus amenazas, dejándolos desconcertados y retrocediendo.
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