La tarde estaba repleta de compradores, y Basil Jaak y Xenia Wendleton tardaron bastante tiempo haciendo cola antes de que casi les tocara su turno.
Con solo un cliente delante, Xenia de repente se agarró el estómago, gritando de malestar.
—¿Qué pasa? —preguntó Basil.
—Me duele el estómago, necesito ir al baño, tú paga por mí —dijo Xenia, entregándole su tarjeta de crédito a Basil, y luego corrió hacia el baño.
Justo cuando Basil se preparaba para inspeccionar la tarjeta de crédito, el cliente que tenía delante pagó y se fue. La voz crujiente de la cajera resonó:
—Señor, es su turno para pagar.
—¡Oh! —Basil reconoció gentilmente, sacando los artículos del carrito.
Al principio, solo había un montón de bocadillos, así que nada de qué preocuparse, pero después, sorprendentemente, el resto de los artículos eran... ¡medias de mujer!
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