—Bella no pudo resistir desahogar su sarcasmo —¡Oh, vaya, por qué este hombre está presumiendo de su riqueza conmigo ahora!? ¡Tsk! Qué sinvergüenza...
—¿Estás bromeando, verdad? —¿Cómo puede este hombre decir tan a la ligera que va a comprar un jet como si comprara un helado?
—No. Cuando se trata de ti y de Dax, nunca. Y, además... tengo un amigo que vende jets privados. A menudo me ha rogado que compre uno para ayudar a aumentar su rendimiento en ventas. Siempre he rechazado sus ofertas, pero ahora tengo una razón para comprar uno como regalo para nuestro hijo —dijo Tristan con calma, pero Bella casi se atragantó al escuchar sus palabras.
—Dios mío... este hombre decía la verdad. ¿Qué tan rico es? ¿Es ilimitado? —se preguntaba, tratando de desechar la idea de contar su riqueza.
—Cuando Tristan vio a Bella mirándolo con su mirada confusa, sonrió y explicó más.
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