Miedosa de sí misma

El corazón de Bella se dolía al ver cuánto practicaba su hijo, así que decidió hacer su propia práctica.

El sol comenzaba a elevarse mientras Bella corría por su ruta habitual. El camino seguía vacío y parecía ser la única residente que utilizaba esa ruta. 

Aumentó su velocidad para correr lo más rápido posible mientras escuchaba su música favorita.

Cuando Bella finalmente llegó a la cima, se sintió bendecida al ver una vista tan hermosa, aunque el sol ya había salido. 

El cielo era precioso, azul y claro.

Después de admirar la belleza del cielo por unos momentos, Bella decidió descansar sentándose en una roca antes de bajar. 

Mientras disfrutaba de la refrescante brisa matutina, sus ojos se dirigieron hacia el tranquilo mar azul en la distancia. Sin embargo, antes de poder apreciarlo realmente, se quedó sin palabras al ver a Tristan de pie no muy lejos de ella.