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Capítulo 4

La orquesta comenzó a tocar la primera pieza y el rey fue incitado por su madre a iniciar el baile en compañía de una joven que venía con el grupo de personas que los acompañaban. Aquella joven era de piel bronceada, cabello oscuro y brilloso, sus ojos, desde mi perspectiva me parecieron de un color verde claro y su vestido dorado realzaba esa belleza. Mi hermana se mostró serena ante la escena, un baile no significaba nada quizás por eso estaba confiada, se notaba en su sonrisa. Mientras mi madre charlaba con mi hermana quizás para distraerla lady Shwarz se aproximó hacia a mí, al no tener con quien más conversar.

—Me sorprende cuan bella te has vuelto ¿Puedo saber tu secreto?

—Aire fresco—gire en su dirección— y muchos paseos bajo la lluvia.

—Siempre tan cálida, extrañaba mucho tu sentido del humor. Debió ser difícil para ti adaptarte al campo y a la soledad que ofrece un lugar tan lejano.

—Por supuesto que no, de hecho, todo lo contrario— le asegure—yo más que nadie necesitaba un cambio de ambiente, el campo me ha dado una perspectiva diferente de la vida.

—Vaya que has cambiado— aludió, pero no supe si debía tomar sus palabras como un halago.

—¿Deberíamos preocuparnos por esa dama?— exprese indicando con la mirada a la bella pareja que parecía disfrutarse mutuamente— el rey parece tener toda la compañía que necesita.

—Dime. ¿Tú qué opinas de ella?— cuestionó colocándose a un lado mío, quizás para poder observar la misma perspectiva que yo tenía.

Observe la escena para poder examinar a la joven y así darle mi opinión a la anfitriona de este baile. El rey mantenía una mirada fija en su pareja, pero las facciones de su rostro estaban tensas, casi como si deseara que la pieza de baile terminara, como si fuera una tortura bailar con aquella joven, pero al contrario de él, su pareja le obsequiaba una sonrisa triunfal mientras exhibía la belleza de su vestido dorado. Todo el mundo observaba la misma escena que yo, pero quizás no lograban ver lo que yo veía, ellos solo se dejaban guiar por las apariencias.

—No parece ser un inconveniente para mi hermana—concluí al notar la mortificación que representaba ese baile para el rey.

—Sabes juzgar muy bien a las personas, querida Helena. Esa joven es la favorita de la reina, su nombre es Susan Diermissen, hija del Barón Boris Diermissen, él es un ilustre vasallo de mi madre, recibió su título el año pasado por sugerencia de ella. Su familia posee el favor del pueblo, son muy respetados en el reino por el apoyo financiero que ofrecieron estos últimos años ante la terrible economía que sufrió el reino.

—¿Entonces debo entender que es un obstáculo mas no una rival?

—Por supuesto, ella no es problema, pero la estimación que la reina siente por su familia si puede ser un inconveniente para nosotras.

—¿Y cuál es la opinión del rey hacia esa joven?— desee saber cuál era el motivo de tal antipatía por esa joven, seguro no podría dormir esa noche si me quedaba con la duda.

—Mi hermano la odia—susurro cerca de mi oído ocultando su declaración detrás de su abanico. Me gire hacia ella inmediatamente y la mire asombrada, esas cuatro palabras me habían dado más dudas que respuestas— Fitzwilliam es un hombre muy orgulloso y suspicaz, debes saber que no le agradan los pretenciosos que rodean a nuestra madre con tal de buscar su favor. Desde el primer instante en que piso el palacio indago todo acerca de esa familia y lo que encontró no le agrado del todo.

—¿Qué fue lo que encontró?— cuestione algo inquieta. Si esa familia que tenía el favor de la reina había sido prácticamente desestimada por el rey, no sabía que sería de mi pobre hermana y nosotros que prácticamente éramos la familia mayormente menospreciada de todo el reino.

—Negocios turbulentos, estafas y fraudes con los que obtuvo la fortuna que hoy en día posee. ¿Tú crees que mi hermano quiere involucrarse con una familia con tan oscuro secreto?

—¿Y qué le hace creer que el rey querrá tener algún parentesco con nuestra familia, teniendo la reputación que poseemos, lady Shwarz?

—Al igual que tú, mi hermano sabe juzgar a la gente. No despreciara a tu hermana por ese pequeño inconveniente—declaro enseguida—confía en mí.

—Sinceramente temo que mi hermana quede expuesta como una tonta busca fortunas, Jane no está enamorada del rey, si no de su corona y temo que pueda ser mal juzgada si el rey lo descubre.

—Helena, desgraciadamente para mi hermano, el amor no importa en estos momentos. Lo que verdaderamente importa es la apariencia y es por eso sugerí la participación de tu hermana, es bella, educada y también ingenua. El ser reina significa que debes ignorar algunos para darle prioridad a otros, el gobernar no es nada fácil, pero sé que, con la debida instrucción de mi madre, Jane será la reina que merecemos.

Recordé las palabras que había pronunciado mi padre, del como tratarían a la pobre que sería elegida como la próxima reina, como la moldearían a su manera para ser lo que ellos desean que sea una reina y mi hermana gustosa, seguro lo aceptaría sin dudar.

—Temía escucharle decir eso. Ser una reina parece más una prisión que un cuento de hadas.

—Los cuentos de hadas son para incitar a las niñas a ser delicadas, perfectas e ingenuas. El modelo que un hombre busca en una mujer para poder controlarla a su manera—declaró con crudeza, ella que habia vivido la mayor parte de su vida en el palacio conocía todo esto y parecía no importunarle en lo absoluto lo cruel que se escuchaba —no te mortifiques Helena, con su matrimonio tú también obtendrás muchos beneficios. Podrás volver a la ciudad y vivir tu vida como a ti te plazca.

Eso era lo que deseaba con toda el alma, pero no a expensas de mi hermana. La profundidad de mis propios pensamientos, fue como una flecha al corazón, sin darme cuenta había encontrado otro motivo para evitar que mi hermana se entregara a las garras de la realeza, pues nuestro sufrimiento por nuestra economía no se compararía con el dolor que al parecer significaba portar una corona.

—Ya es hora— me tomo de la mano y al pasar junto a mi familia, vi cómo les invitaba a caminar a nuestro lado para mover su primera pieza en su juego en busca del poder. Mi padre avanzo con nosotros, sin idea de lo que estábamos por hacer.

El baile estaba por terminar, reconocí el ritmo de aquella melodía y al estar cerca de la reina, nos detuvimos.

—Mi madre esta entretenida hablando con la Baronesa Diermissen—murmuro hacia mí y yo dirigí la mirada hacia atrás, mi hermana me dedico una última sonrisa cuando el baile culmino y el rey y aquella chica tomaban sus respectivos lugares.

Como lo había dicho, la reina estaba entretenida, lady Shwarz seguramente esperaba este momento para evitar que hubiera alguna molestia entre su madre y la mía. El rey estaba rodeado por un sequito de seguridad y entre ellos algunas mujeres que miraban con desdén a cualquiera que se aproximara a ellos y cuando finalmente llegamos a ese lugar, nos vimos forzados a realizar otra reverencia para poder hablar con el rey.

—Majestad—pronuncio lady Shwarz con gran solemnidad. El rey miro en nuestra dirección y sus labios formaron una mueca, algo parecido a una sonrisa seca.

—Lady Shwarz— emitió, el tono de su voz era tan profunda y distinguida, nunca en mi vida había oído hablar a alguien así, era como si estuviera molesto y quisiera ocultarlo en su elegancia.

—Majestad, creo que ya debe conocer a la familia Hamilton, ellos me han acogido como parte de su familia y sus bellas hijas han sido como mis hermanas todo este tiempo.

Su majestad parecía no comprender a la perfección las palabras de su hermana, y la expresión en su rostro era prueba de su confusión.

—Si, los recuerdo perfectamente—acepto alzando la ceja, no supe que pensar de eso, quizás había recordado quienes éramos nosotros o al menos mi madre.

—La condesa me ha expresado la preocupación que siente por sus hijas estando tan lejos de la capital. Ambas están en edad casadera y por desgracia no han podido entablar una relación con ningún caballero.

Mire a lady Shwarz, lo que decía era totalmente mentira, pero quizás era parte de su plan ya que nadie dijo nada para contradecirla y de hecho aquella mentira había provocado que el rey dirigiera su mirada hacia mi hermana. Mi corazón salto al notar que el rey la miraba, la examino un instante y lo que vio le agrado, pues alzo la cejas quizás sorprendido de su belleza, pero lo que no esperaba que hiciera fue que dirigiera su vista hacia mí.

Agache la mirada, no por vergüenza, si no por instinto y unos segundos más tarde, al sospechar que tal vez ya no estaba mirándome, levante la vista, pero lo que vi me sorprendió. Él estaba observándome como un cazador a su presa, nadie más podía notarlo, pero la profundidad en su mirada me estremeció al grado de no poder apartar la vista por miedo.

—No hay necesidad de tal preocupación—pronuncio apartando la vista de mí, volviéndose hacia mi madre— la belleza de sus hijas es realmente excepcional, no dudo que esta noche ambas tengan la atención de más de un pretendiente y quizás hasta un futuro esposo.

—Es muy halagador de su parte majestad— finalmente hablo mi madre—pero usted debe saber cuál es la opinión que las personas tienen de nuestra familia. Los hombres de buen estatus social temen acercarse a mis hijas por esos rumores que han manchado nuestra reputación. Si usted bailara con una de ellas, quizás las personas cambiaran de opinión respecto a nosotros.

El rey alzo ambas cejas, impresionado por la petición de mi madre, incluso las mujeres detrás de él se acercaron un poco para escuchar la respuesta de su majestad, nadie esperaba que mi madre se atreviera a pronunciar tal cosa, ni siquiera yo.

—Por supuesto, será un honor para mí— en aquel instante los ojos de mi madre se iluminaron como zafiros, era como si Dios hubiera intercedido para que el rey pronunciara esas palabras.

El rey miro a mi hermana como era de esperarse y ella se ruborizo al instante, sin embargo, en un movimiento inesperado él se volvió hacia mí y dio un par de pasos para extender su brazo mostrándome un guante blanco que me invitaba a tomar su mano.

—¿Me haría el honor de bailar conmigo, señorita?

Sentí como si algo dentro de mi corazón ardiera, ese calor se trasladó de mi pecho hacia mi cuello y subió hasta mis mejillas. Por un instante dejé de respirar, aquel suceso me parecía tan irreal que por instante creí estar en un sueño y aquel pensamiento me impidió ver lo que sucedía a mi alrededor hasta que me vi caminando de la mano del rey hasta llegar al centro del salón. El rey envolvió mi mano con la suya y me tomo de la cintura acercando mi cuerpo al suyo y al compás de la música me guio al ritmo en que sus pies y su cuerpo se movían. Desvié la mirada del rey hacia el público que nos observaba y entre la multitud pude ver un instante a mi hermana, sobre sus mejillas escurrían lagrimas silenciosas que me acusaban desde la distancia.

Este baile no significaba nada para mí, pero para mi hermana significaba que no era lo suficientemente bella para atraer la atención del hombre frente a mí. Levanté la vista al sentir como la culpa invadía mis pensamientos y descubrí que aquel hombre de mirada celeste me observaba.

—¿Hay alguien entre los presentes que merezca tu atención más que yo?—cuestiono con frialdad

—No— avergonzada, agache nuevamente la mirada hacia las medallas que decoraban su pecho, no tenía ningún interés en ellas, pero me pareció que era el mejor lugar donde debía posar la vista para evitar volver a ser juzgada por el rey.

—Gracias—murmuró después de unos segundos de silencio, curiosa por saber a qué se refería lo mire y él a mí, al parecer tenía mucho interés en mirarme a los ojos.

—¿Por qué?

—Por el baile, sé que no quería hacerlo, pero su compañía es mucho mejor que cualquier otra en este salón.

—Se equivoca—me atreví a cuestionar— cualquier mujer es mejor compañía que yo.

—¿Por qué lo cree así?

—Porque cualquier otra mujer estaría sonriéndole y yo, sinceramente no puedo hacerlo.

—¿Acaso le desagrada mi presencia?

—No, por supuesto que no—asegure— solo que es difícil ser yo misma frente a alguien tan importante como usted. Temo no ser lo suficientemente agradable.

—No se mortifique señorita, usted es la persona más agradable de todo este lugar, incluyendo a mi hermana y a mi madre, se lo aseguro.

—¿Cómo llego a esa conclusión?—quise saber, pero entonces recordé las palabras que Lady Shwarz me habia dicho unos minutos atrás, que su hermano sabia juzgar bien a la gente.

—Por su mirada—concluyó.

—¿Y que hay en mi mirada?—insistí.

—Honestidad, en este tipo de eventos es fácil saber quién está fingiendo y quien no. Esta noche solo he visto falsedad disfrazada de sonrisas falsas y reverencias en donde me ocultan lo que puedo deducir de ellos, pero usted se atrevió a mirarme y vi lo que acabo de explicar.

—Gracias—musite satisfecha, aunque algo confundida, no sabía que se podía juzgar a las personas solo por lo que expresáramos con la mirada. Al poco tiempo la melodía culmino e hice una reverencia protocolaria, para agradecer la pieza de baile y enseguida me ofreció su mano para ayudarme a levantarme y llevarme al lugar donde se encontraba mi familia.

Antes de soltarme se inclinó y deposito en el dorso de mi mano un beso que pude sentir a través de la tela de mi guante y cuando se separó de mí, la realidad me golpeo al ver el rostro de mi hermana.

Gire hacia mi madre, ella mantenía una mirada firme y severa, estaba decepcionada y más que eso, estaba furiosa. Me acerque hacia Jane, tenía los ojos llorosos y algo inflamados, signo de alguien que había tratado de soportar un llanto inminente, pero al verme ella simplemente escapo de mí. Cuando el rey estuvo lo suficientemente lejos, camine detrás de mi hermana esquivando a la gente y al lograr alcanzarla la tome del brazo y detuve su andar.

—Jane, por favor, perdóname, no fue mi culpa...

—¿Cómo pudiste arruinar esta noche?— cuestiono llena de ira, sacudiendo su brazo hasta lograr zafarse de mi agarre.

—Yo...no hice nada—contesté temerosa, mis lagrimas comenzaron a brotar velozmente

—Eso fue lo que hiciste, nada, debiste rechazarlo. Helena, arruinaste mi vida y mi felicidad para siempre—replico furiosa.

—Por favor, escúchame...

—Helena, basta, deja que tu hermana se marche— interrumpió mi madre acercándose a nosotras al darse cuenta del espectáculo que ambas ofrecíamos.

—Pero...

—Se siente herida y no escuchara nada de lo que digas esta noche, así que por favor ya déjala en paz, yo iré a consolarla.

—Si—trague saliva, en un intento de pedirle a mi madre que me dejara ir yo en su lugar, pero mis labios no pronunciaron nada. Me quede callada porque tal vez mi madre tenía razón.

—Sera mejor que vayas con tu padre y deja de llorar—ordeno mi madre severamente. Sus palabras llenaron de amargura mi corazón.

Hice exactamente lo que me ordeno, regresé a mi sitio junto a mi padre, lady Shwarz se acercó a mí con un pañuelo listo para limpiarme el resto de lágrimas que aun escurría por mis mejillas.

—No llores Helena, nadie esperaba que esto pasara—indico con una expresión comprensiva en su rostro, pero aun así mi corazón se sentía culpable. Mi padre se acercó a mi confundido, pero no se atrevió a preguntar que me ocurría, debió suponer que se trataba de una pelea de hermanas. Lo que sí hizo fue abrazarme y darme un beso en la frente, froto mis brazos con sus guantes y al apartarse de mi vi una sonrisa dibujada en sus labios. Solo pude imitar el mismo gesto para tranquilizarlo y evitar arruinar la noche para todos, incluso Sir Archer se mostró preocupado por mí.

Al recomponerme un poco decidí observar el baile y así distraerme de los pensamientos que me atormentaban, pero mientras observaba los bellos vestidos de las damas alzarse en gráciles movimientos me encontré nuevamente con la mirada del rey, examinándome desde su sitio con una mirada fría y calculadora.

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