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Majorie 06: Los unicornios pueden ser muy oscuros.

No me he quitado la capucha desde que llegué a la segunda capa. He evitado a toda costa los lugares poblados, así que solo puedo hospedarme en posadas de mala muerte o pueblos dispersos alrededor de debajo del reino. La luz de La Selene ilumina con esfuerzo la segunda capa abisal, sin embargo no es tan potente como en la primera.

La calidad de vida por aquí es muy inferior a lo que estoy acostumbrada. Había olvidado por completo lo que se siente ser una persona ordinaria más, vivir en un lugar promedio y no estar rodeada de lujos. La segunda capa es un balde de agua fría para mis privilegios, es un lugar un poco más primitivo, oscuro y hasta deprimente.

Pero tampoco quiero que se malentienda, no es un sitio lúgubre, terrible y asqueroso. Al contrario, hay una buena cantidad de asentamientos y ciudades comerciales importantes, pero nada que se le compare a la primera capa; ahí solo hay ciudades grandes y punto. Por el contrario, el piso de abajo es un choque de realidad.

He estado muchos días fuera de la academia. No llevo la cuenta, pero probablemente tengo medio selenio aproximadamente. Ah, sí, no solo he evitado los lugares concurridos para que no me reconozcan, sino también para estar lo más lejos posible de la peste.

Si la primera capa sufrió un duro golpe por la enfermedad, la segunda está en un estado mucho peor. He descubierto que la medicina en este mundo es primitiva y deficiente, de hecho, ni siquiera saben que provoca las enfermedades y como se contagian más allá de la experiencia empírica de El Abismo. Yo tampoco soy una experta en medicina, pero cuento con los conocimientos básicos para mantenerme a salvo de la peste abisal y su propagación. En mi mundo de origen, hubo algo llamado peste negra hace muchos años, y fue una de las epidemias más devastadoras de la humanidad. Tengo miedo de estar viviendo esa etapa en este mundo.

No es hasta que veo el letrero que dice "Badaron" que dejo escapar un suspiro de alivio. Estoy por fin a un paso de terminar mi viaje de ida a los Jardines Huecos. He estado investigando todo lo posible para estar más preparada. Incluso si muero a manos del Destello Oscuro, será mucho mejor que la humillación pública de ser ejecutada entre el odio de la gente.

—Ya casi llegamos, Princesita de algodón. Solo una escala más y regresaremos—acaricio la crin de mi montura.

Mi unicornio continúa avanzando a paso firme por el camino. Badaron es el último lugar poblado de El Abismo, y es también la frontera con el camino hacia los Jardines Huecos. Evadir a los guardias del puesto de avanzada será complicado, pero me las arreglaré para llegar.

Conforme me voy adentrando en el pueblo agrícola, notó la ausencia de personas en las calles. No me esperaba un lugar vivo y lleno de gente, pero está más tranquilo de lo que me gustaría. Suspiro y aprieto más fuerte las riendas de mi unicornio. Bien, solo necesito encontrar la frontera para poder hacer mi estrategia de entrada.

Detengo mi paso en los límites del pueblo y me bajo de mi unicornio. Me acerco a un letrero que indica los nombres de las calles, así como un tablón para colgar anuncios. Extiendo mi mapa, tratando de ubicar donde estoy parada y a donde dirigirme. El desgaste en el papel me hace complicada la tarea, así que me toma un poco de tiempo lograr encontrar el sitio, pero sigo teniendo mis dudas. De pronto, escucho el relinchido de Princesita de algodón.

Giro mi cabeza con rapidez solo para encontrar a mi unicornio al lado de la cerca de una granja. Una chica de cabello blanco y multicolor se encuentra acariciándolo, escondiendo su rostro en un agujerado sombrero de paja. Sonrío y me acerco a la chica con intenciones de preguntar sobre el puesto de avanzada.

—Hola, disculpa las molestias. Estoy buscando la entrada a los Jardines Huecos, ¿sabes dónde se encuentra?—pregunto cortésmente.

La chica de cabello arcoíris detiene sus caricias y señala hacia un lugar en específico, el Este.

—Genial, muchas gracias. Oh, cierto, ¿hay una posada en este pueblo? Necesito descansar a mi montura antes de seguir—añado otra pregunta.

Ella vuelve a señalar otro lugar, esta vez a una calle. Es un poco difícil adivinar a donde está apuntando con el dedo, pero no soy una malagradecida. Como sea, ya tengo las respuestas que necesito por el momento. Sujeto a mi unicornio de las riendas y procedo a irme.

—Te lo agradezco muchísimo—me despido.

La joven granjera no dice ni una palabra, solo me observa desde la lejanía, viéndome caminar hacia la posada. Su cabello es de lo más extraño, nunca había visto algo similar. Tampoco se veía teñido, sino natural. Este mundo no deja de sorprenderme cada día con detalles como estos.

Giro hacia que la granjera me señaló, buscando la posada. Luego de caminar por unos minutos, encuentro el establecimiento. Suspiro de alivio al notar que tienen un establo para caballos, así que no tendré que preocuparme por donde voy a dejar a mi unicornio.

Amarro mi montura afuera de la posada y entro con el sonido de una campana que resuena por todo el espacio de la recepción. A los pocos segundos, un hombre aparece en el mostrador central.

—Buen día. Me gustaría hospedarme, por favor. Tengo una montura afuera—solicito sacando una bolsa con dinero.

—80 kronalinas por ocho periodos—responde el encargado.

El precio es elevado para lo que se acostumbra en otros pueblos, puedo suponer que se ha incrementado el costo debido a la enfermedad y por tratarse de un sitio fronterizo. Pago el dinero, me dan las llaves y salen para atender a mi unicornio.

Subo las escaleras de la posada en el silencio sepulcral que invade todo el pueblo. Por fortuna no me hicieron preguntas ni sospecharon de mí, así que puedo decir que fue todo un éxito pasar desapercibida como la princesa. Una vez dentro de mi habitación, me tiro sobre la cama acolchada y me deshago de la capucha.

Me quedo tendida un rato sin hacer nada hasta que decido extender el mapa de la tercera capa y estudiar mis movimientos siguientes. Bien, la última vez que se vio al Destello Oscuro fue en una zona colindante a los caminos que conducen hacia Badaron, específicamente en unas ruinas que pertenecen a la construcción de un pueblo.

Hace muchos cursos se intentó una conquista de los Jardines Huecos, pero los caballeros Limpia-Caminos fueron derrotados brutalmente, así que se abandonó todo plan de poblar dicha capa. Esas ruinas son los vestigios que quedan y nos recuerdan que todavía estamos muy por debajo de los monstruos que conviven con nosotros.

En fin, ese sitio es en donde se han dado más avistamientos, por lo que puedo concluir que es una zona que visita con frecuencia, en su defecto, su habitad. Mi intención es conseguir su cuerno, y para eso tengo dos opciones: ganarme su confianza y hacer que me lo otorgue; o eliminarlo y quitárselo.

La segunda opción queda descartada de inicio, no tengo manera de derrotar a un ser tan poderoso como el Destello Oscuro. Por otra parte, los unicornios salvajes suelen ser hostiles, por lo que ganarme su confianza tampoco resultará tan fácil.

Voy a intentarlo, voy a tratar de calmarlo y hacer que ceda su cuerno. Reviso mi bolsa en busca de comida y otros objetos que pueda dejarle como ofrenda. Una vez comprobado y repasado todo mi plan, es hora de descansar un par de ciclos antes de embarcarme en su búsqueda.

 

•┈••✦ ۵ ✦••┈•

 

Preparo la silla de Princesita de algodón y me monto de un salto. Arreo mi montura para tomar velocidad. Los cascos de mi unicornio se mueven con rapidez, galopando a buen ritmo. Mi plan de infiltración es simplemente correr y saltar las vallas fronterizas para entrar a la tercera capa.

Cabalgo por el pueblo hasta girar por la granja, lugar donde Princesita de algodón relincha y finalmente empezar a moverme con más velocidad. Veo a los guardias en turno notar mi presencia, así que me aseguro de cubrirme bien el rostro y cerrar los ojos, confiando únicamente en mi unicornio.

—¡Alto ahí!—exclaman cruzando sus lanzas.

Sostengo con firmeza las riendas y luego de unos momentos puedo sentir como Princesita de algodón salta, evitando el bloqueo que nos han puesto. Solo puedo escuchar los gritos de los guardias maldiciéndome, pero no se animan a perseguirme. No si voy a un lugar tan peligroso como los Jardines Huecos.

Abro mis ojos y me encuentro con una cueva muy oscura. Me cuesta creer que mi unicornio pueda ver a través de una oscuridad tan penetrante como esta. Enciendo mi farol, aumentando mi campo de vista. Seguimos galopando durante un buen rato, por la cueva cuyo suelo se vuelve empinado. No sé cuántos kilómetros tenga que bajar, pero sin duda van a ser varios.

Luego de lo que quizá fueron dos ciclos, comienzo a ver un leve destello a la distancia. Luego de estar tanto tiempo en la oscuridad, tengo que cerrar un poco mis ojos para no lastimarme la vista. Sin embargo, cuando puedo recuperarla, veo el paisaje tan gris y apagado de los Jardines Huecos.

Árboles secos, ríos que parecen más lodazales, un montón de rocas por todos lados. Sin duda puedo ver porque les dicen así. Es un sitio hostil e inhóspito donde la vida no parece crecer con mucha fuerza.

Esta es la realidad de El Abismo. Más allá de la población humana, no hay más que terreno estéril y hostil a la vida. Princesita de algodón no parece estar angustiado, supongo que es su habitad natural y por ende no lo siente peligroso. En cambio yo estoy dudando si fue buena idea venir hasta aquí.

Y con esos pensamientos en mente, comenzamos nuestro camino hacia las ruinad del pueblo.

 

•┈••✦ ۵ ✦••┈•

 

«Tiene que ser aquí», pienso mirando los edificios en ruinas.

Toda la tercera capa luce horrible, pero ver vestigios humanos en este lugar solo lo hace peor. Hay una iglesia abandonada en el centro del pueblo, me sorprende que siga en pie.

Toso cuando bajo de mi unicornio. El aire por estos rumbos se siente húmedo y pesado, me cuesta un poco respirarlo. Me aseguro de atar a mi montura a una valla podrida, esperando que al menos sirva de algo para que no me abandone si llegara a necesitar montarlo y salir huyendo de aquí.

Una vez asegurado mi unicornio, cargo mi bolsa hasta la iglesia. Abro la puerta con cuidado, escuchando un rechinido de madera húmeda cuando lo hago. Las paredes de piedra cubiertas de musgo y moho también me dan la bienvenida. Honestamente no resulta agradable estar dentro, así que camino hacia el pequeño camino que hay enfrente y comienzo a montar un altar.

Coloco manzanas de la primera capa, un cepillo y un poco de agua. Y solo por pura superstición, una pequeña flor de pétalos oscuros. Me dirijo hacia un pequeño banco de madera para sentarme y esperar. Cierro mis ojos, pensando en el Destello Oscuro. Necesito cantar algo, los unicornios son gentiles y se muestran a las doncellas. Aclaro mi garganta antes de empezar a recitar una pequeña canción que escribí solo para él.

—Corrientes color negro, destellos poco intensos, firmes cascos que cabalgan entre arboles sin luz ♫.

De mi garganta salen las notas de la forma más dulce que puedo cantar.

—Dulces manzanas come, por los bosques se pasea, anhela su libertad y que nadie le moleste ♫.

Y entonces logro distinguir unos pequeños pasos en el camino de tierra. No me atrevo a abrir los ojos por miedo a asustar a lo que sea que esté acercándose. Princesita de algodón no ha hecho ningún sonido que pueda percibir como de miedo, por lo que puedo mantenerme segura de que no es hostil.

—Los Jardines Huecos son su hogar, en la oscuridad que lo consume yo anhelo su paz mental. Si me diera la oportunidad, su magia quisiera tomar ♫.

Justo cuando finalizo esa última nota, siento un resoplido en mi rostro. Sonrío y me echo a reír, abriendo los ojos. Y entonces lo veo. Un unicornio de color negro, con un iris rojo que luce como carbones vivos. Y, para mi sorpresa, un par de grandes alas que no esperaba ver para nada.

—Tú debes ser el Destello Oscuro, ¿no es así?—acaricio su rostro.

El unicornio no hace ningún movimiento. Solo me observa con curiosidad. Mi mano recorre su cabeza hasta tocar su cuerno. Él se sobresalta y retrocede, esta vez con desconfianza.

—Tranquilo, no te haré ningún daño—saco una manzana para ofrecérsela.

El unicornio vuelve a caminar hacia mí, tomando el regalo con voracidad. Mi corazón late con fuerza. Tengo frente a mí la posible cura de mi maldición, estoy demasiado cerca.

—Escucha, solo tú puedes ayudarme. Necesito tu cuerno y tu magia, solo alguien como tú puede ayudarme a romper la terrible maldición que corre por mis venas—le explico mientras devora la manzana.

Una vez que acaba, vuelve a mirarme.

—Por favor, te lo suplico—imploro.

El Destello Oscuro se queda ahí, mirándome sin hacer un movimiento. Finalmente, cierra los ojos y con su cuerno toca mi cabeza. La luz comienza a emerger de él y puedo sentir una corriente mágica envolviéndome. Lo hará, va a darme su cuerno y magia para curarme…

—¡Majorie, aléjate de él!—grita la voz de Arthur a la distancia.

El Destello Oscuro, lejos de transferirme su magia, utiliza un hechizo que lo cubre con una barrera defensiva. Justo después de hacerlo, una flecha impacta su cuerpo sin hacerle daño.

—¡No, esperen! ¡No lo lastimen!—exclamo.

Sin embargo, el unicornio me interrumpe usando Onda y lanzándome por los aires. Siento el impacto del frio suelo y un poco de tierra se me mete a la boca. Estoy temblando, mi ropa está ligeramente desgarrada y mi respiración se vuelve todavía más pesada.

Volteo a ver al Destello Oscuro, y en su mirada solo puedo ver unas ansias de pelea que no tenía hace unos momentos. Su cuerno muta y cambia de forma, asemejándose a una espada.

—¡Majorie! ¿Estás bien? Me tenías muy preocupada—los brazos de Celica me envuelven y quitan tierra del rostro.

—No vuelvas a hacer eso… ¿tienes idea del monstruo que tenías en frente?—exclama Baldwin.

—¡No! ¡No lo entienden! ¡Iba a darme su cuerno y magia!—reclamo.

—Majorie, querida, tú eres quien no lo entiende. Un unicornio de ese poder no cede su magia tan fácilmente, ni siquiera con un anillo de control podrías hacerlo—explica Celica.

—¡No me importa! ¡Tenía que intentarlo! ¡De otra forma todos iban a querer asesinarme!—mi frustración me quiebra la voz.

Arthur y su grupo llegan corriendo y se reúnen a mi alrededor.

—Majorie, hablaremos luego. Baldwin, Celica, llévensela y manténganla a salvo, Julian las escoltará hasta la salida de la tercera capa. Yo me quedaré a matar al Destello Oscuro—ordena Arthur.

—¡Por favor, no lo lastimen! ¡Iba a ayudarme!—suplico.

—¡Ahora no, Majorie! ¡No vamos a dejar que mueras por una corazonada!—Baldwin me sujeta con fuerza, cargándome para subirme a un caballo.

Arthur, su maga Sybil y su ayudante Norbert se quedan. Celica, Baldwin, Julian y yo nos alejamos a todo galope de la escena. Hago fuerzas para poder zafarme de los brazos de mi hermano pero no lo consigo. No puedo dejar que lo maten, no quiero derramamiento de sangre, no puedo ser capaz de asesinar un ser vivo para protegerme si existe una opción pacífica.

—¡Escudo de campo!—exclama Sybil.

Un potente rayo de energía golpea a los tres. Puedo escuchar el titubeo de Arthur, quien carga hacia el Destello Oscuro.

—¡Baldwin, suéltame!—suplico de nuevo.

Él endurece su expresión. Sé que en el fondo le duele hacer esto, pero intenta aparentar fortaleza. Pienso en algo que pueda hacer y entonces recuerdo mis habilidades. Solo he adquirido aquellas que me permiten mejorar mi estudio, pero también puedo comprar otras que sean ofensivas. Despliego mi menú de habilidades y busco con desesperación Onda.

<Onda Nv. 01 ha sido adquirida>.

—Lo siento mucho, hermanos… pero no puedo permitirlo—me disculpo.

Uso la habilidad recién adquirida para derribar el caballo en el que ambos venimos.

—¡Majorie! ¡Ugh… detente ahí!—grita él.

—¡Regresa, Majorie!—repite Celica.

Me levanto a toda prisa para montar el caballo de Baldwin y dar la vuelta de regreso al pueblo abandonado. Tanto mis hermanos como Julian me persiguen, así que arreo a la montura más rápido hasta que puedo divisar la pelea.

—¡Corte en flor!—grita Arthur.

Como si usara una especie de teletransportación, mi hermano desaparece y aparece como si un flash de luz se tratase, lanzando un tajo con su espada. El Destello Oscuro logra interceptar todos y cada uno de sus ataques, bloqueándolos con su cuerno. Sybil invoca carámbanos de hielo que el unicornio logra esquivar con facilidad. Solamente Arthur parece estar a la altura del Destello Oscuro, si esto sigue así eventualmente logrará matarlo.

—¡Sybil, usa tu técnica!—ordena Arthur acercándose a ella.

La maga invoca un escudo de campo que los protege y luego comienza a cargar una bola de magia de color rojo, concentrándola entre sus manos. Norbert lucha por bloquear los ataques del Destello Oscuro y proteger a sus compañeros mientras cargan su técnica. Finalmente, Sybil termina su conjuración y lanza la bola de magia al suelo.

—¡Esperen, deténganse ahora! ¡Se los suplico!—ruego apareciendo en la escena.

El rostro de los tres palidece al verme de nuevo aquí. Solo puedo escuchar la voz desesperada de Arthur gritando mi nombre antes de que el suelo tiemble y de ellos salga un campo de fuerza corrosivo. Y es entonces que me doy cuenta de que me he metido en fuego cruzado y no hay forma de que puedan defenderme de ese ataque. Por eso pusieron un escudo, para resistirlo, porque no contaban con que yo aparecería ahí. Cierro mis ojos luego de ver como el campo de corrosión se expande hacia mí. Al menos puedo decir que morí luchando por mis ideales. Lo último que puedo escuchar, es un relinchido.

Cuando vuelvo a abrir mi mirada, observo el esqueleto del Destello Oscuro ahí, protegiéndome.

—¡Majorie! ¡Eres una idiota! ¿¡Tienes idea de a que estuviste expuesta!?—me regaña Arthur.

—Creí que te mataría… Carajo, no podría haber vivido con eso—se lamenta Sybil.

—Majestad, me parece que el Destello Oscuro está muerto—analiza Norbert.

Todas las miradas se fijan en la posición del unicornio, una defensiva, con sus alas extendidas para bloquear el ataque que iba a darme de lleno. Dio su vida por mí.

—¿Será posible que…

—Se sacrificó. Eso es un hecho. Puede que la joven Majorie tuviera razón—dictamina Norbert.

Arthur guarda su espada y se queda con una mirada perdida, probablemente pensando en sí hizo bien o mal al matarlo. El esqueleto se desmorona en su sitio, pero el cuerno rueda hacia mi posición. Lo recojo con las manos temblorosas y miro hacia Arthur.

—Yo… no sé qué decir. Discutiremos eso luego, debemos irnos cuanto antes de aquí—suspira.

Utilizo "Análisis" para revisar las cualidades del cuerno.

<Cuerno del Destello Oscuro: Cuerno de marfil lleno de poderosas capacidades curativas nunca antes vistas>.

Lo abrazo con fuerza y sollozo. No quería que las cosas terminaran de esta forma. Arthur me abraza y consuela.

—Pensé que nunca volvería a verte. Vamos a casa, Majorie—dice tomándome de los brazos.

Afirmo con la cabeza, limpiando mis lágrimas. De reojo creo ver a la chica granjera de cabello arcoíris, mirando desde la lejanía, pero cuando volteo a buscarla me doy cuenta que no hay nadie.

—¿Qué ocurre?—pregunta Arthur.

—Nada… es solo que creí ver a alguien.

El Destello Oscuro fue genial.

Si me preguntan, creo que tenía el potencial suficiente para derrotar a Arthur y su grupo.

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