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Día de celo

Narra Dante

Un nuevo día había comenzado, luego del amargo episodio del día de ayer pude dormir sorprendentemente bien, creí que no iba a poder hacerlo, pero supongo que el darle tantas vueltas a esa idea en mi cabeza terminó por agotarme y concilié el sueño.

Miré la mesita de noche al lado de mi cama y me di cuenta de algo, se me olvidó poner a cargar mi celular, carajo, al revisarlo me di cuenta de que estaba completamente descargado, vaya suerte, supongo que lo cargaré en el instituto, no es el fin del mundo pasar unos cuantos minutos sin celular.

Luego de una ducha, de vestirme y arreglarme para irme bajo las escaleras esperando encontrarme con mi madre, pero para mi sorpresa ella no estaba, fui a la cocina y vi una nota de ella que decía "Buenos días, cariño, lamento no poder desayunar contigo esta mañana, tuve que salir a preparar unas cosas para mi negocio, te dejé comida lista, si quieres recalentarla usa la cocina porque no hay energía eléctrica, así que no podrás usar el microondas, que tengas un excelente día, con amor, Mamá". Ya veo, o sea que ni siquiera podré ver algo mientras desayuno, rayos.

En fin, al abrir el contenedor con mi desayuno noté que este seguía caliente, por lo que no tuve que recalentarla en la estufa, me senté en la mesa a comer mi comida en silencio ya que no podía ver ni videos en YouTube ni algún programa en la televisión, o tampoco podía revisar mis redes sociales, por lo que solo terminé mi desayuno, me cepillé los dientes, tomé mi mochila y me fui de la casa.

Al no haber cargado mi celular mi alarma no sonó, así que iba algo tarde para el instituto, probablemente la primera clase ya comenzó a estas alturas, pero bueno, ya que, es mejor tarde que nunca, supongo.

Mientras me dirigía al instituto noté algo raro, casi no había nadie en las calles, en todo el trayecto vi a lo mucho 2 carros transitar las carreteras, vi como 3 personas caminar, y todas eran furries, una se me quedó viendo raro, de una forma que no sé explicar, pero me dio hasta escalofríos.

Cuando estaba a escasos metros de la entrada del instituto me topé con una furra que iba caminando por la misma acera que yo, me la crucé de frente, esta al verme solo se espantó.

—¡T-Tú no deberías estar aquí! ¡Aléjate de mí!

Solo gritó y empezó a correr como loca, huyendo de mí ¿Qué demonios fue eso?

Luego de ese desconcierto entré finalmente al instituto, el lugar estaba completamente desierto, no había ni una sola alma ahí, lo mismo que en las calles, esto era algo muy extraño. No vi nadie en el patio, parecía una ciudad fantasma.

De la nada, a lo lejos, vi a la conserje dirigirse hacia mí, parecía alarmada, me dio un mal presentimiento, no paraba de gritarme, pero no podía entender del todo lo que me quería decir.

—¡Oye, tú! ¿Qué haces aquí? Tu no deberías estar aquí.

¿Qué? ¿Eso otra vez? Es la segunda persona que me lo dice hoy.

—¡No te muevas, muchacho! Quédate ahí.

Contrario a su instrucción, instintivamente comencé a correr, me dirigí al interior del edificio donde estaba mi salón, podía escuchar a la conserje corriendo detrás de mí, no entendía lo que estaba pasando, ¿Por qué la conserje me está persiguiendo? No pensaba averiguarlo, más si eso suponía el riesgo de meterme en problemas.

Corrí por los pasillos hasta perderla, lo cual no fue cosa fácil, pude meterme a un salón antes de que me viera, logrando así perder a la conserje.

Cuando creí que estaba a salvo me di la vuelta y me topé con algo bastante curioso, me había metido a un salón diferente al mío, pero lo raro es que solo había chicas, no había ni un chico, no me refiero a humano, sino que ni siquiera ni un furry, todas se me quedaron viendo de forma extraña.

—Yo eh...siento interrumpir su clase, ya me iba.

Antes de que pudiera abrir la puerta una de las chicas corrió a toda velocidad y le puso seguro a la puerta para no dejarme salir.

—¿Adónde vas, pequeño? Ni siquiera nos has dicho tu nombre.

—Este, yo...m-me llamo Dante.

—Dante...que lindo nombre —me dijo la chica que me había encerrado aquí, era una chica serpiente, me estaba mirando de forma muy rara.

—G-Gracias...pero en serio, me tengo que ir.

—¿Qué dices? Si acabas de llegar, no te atreverías a dejarnos solas ¿O sí?

Volteé a ver al resto de chicas, todas tenían la misma mirada, como depredadoras apunto de devorar a su presa.

—¿Q-Qué sucede aquí?

—Tú, bebé, eres nuestra comida ¡Sobre él, chicas!

Al instante las demás furries se pararon de sus asientos y se abalanzaron sobre mí, me derribaron con mucha facilidad, no tuve tiempo de reaccionar, cuando acordé estaba en el suelo completamente inmóvil, me estaban sujetando de los brazos y las piernas, no entendía qué estaba pasando ¿Acaso me van a comer? Creí que los furries ya no comían gente.

Pude ver como la serpiente se iba acercando lentamente a mí, intenté soltarme del agarre de ellas, pero no pude, tenía como a dos chicas agarrando cada una de mis extremidades.

—E-Espera, no me comas, te arrepentirás de esto, créeme, la carne humana es dañina.

—Te ves tan lindo suplicando por tu vida, tranquilo, bizcocho, esto terminará antes de que te des cuenta.

La serpiente iba acercando su boca hacia mi rostro, tenía unos colmillos enormes, y justo cuando creí que me arrancaría la cara de un mordisco me sorprendió ver que no lo hizo, en su lugar empezó a besarme.

Esto me agarró con la guardia baja, esta chica pasó de querer comerme a besarme, y de forma muy apasionada, sentía como su lengua se metía por mi garganta, si bien no me arrancó el rostro tampoco pensaba quedarme aquí a que esta chica me besara, solo una chica puede besarme y esa es Anya, tenía que buscar una forma de salir.

Las demás chicas habían relajado su agarre sobre mí, por lo que en cuanto tuve una chance me zafé y quité a la serpiente encima de mí para ponerme de pie, quitarle el seguro a la puerta y cerrarla detrás de mí, ya estando fuera del salón le puse seguro por fuera.

Pude escuchar como las chicas intentaban tumbar la puerta sin éxito, pero eso no las detenía de querer arremeter contra ella con todas sus fuerzas.

—¡Ni pienses que huirás de nosotras! ¡Eres nuestro caramelito! —gritó otra de las chicas, esta era una pájara de plumaje amarillo.

Ni lo pensé dos veces antes de salir corriendo de ahí y buscar un lugar seguro libre de chicas.

Justo cuando estaba caminando en los pasillos vi un grupo de chicas acercarse, no había lugar donde esconderse.

—La clase de cómputo estuvo aburrida —se quejó una cheetah.

—Lo sé, odio este día de celo, extraño a los chicos —secundó una cocker spaniel.

—¿En serio? Pero si son un montón de idiotas —replicó una leona.

—Lo son, pero sus idioteces me hacen reír mucho.

—Esperen... ¿Ese es...?

Una de ellas me señaló, las otras voltearon a verme y me ubicaron por completo.

—¿Un chico?

—No es solo un chico...es un humano.

—¿Están pensando lo mismo que yo?

—¿En que lo usaremos para procrear y que cuidaremos a nuestras crías juntos?

—Me leíste la mente... ¡Atrápenlo!

—Me cago en todo —dije para salir disparado huyendo de ellas.

Enseguida empecé a correr las 3 furries fueron detrás de mí, prácticamente estaban corriendo en 4 patas, alcancé a escuchar a una de ellas a hablar de "día de celo", no me digas que esto es algo normal.

Estas chicas eran rápidas, no solo el correr en 4 patas las hacía recorrer más distancia en menos tiempo, sino que encima parecían ser potenciadas por algo, sabía que hasta cierto punto son más rápidas, pero esto no lo había visto nunca.

Seguía huyendo de esas chicas, cuando de repente una puerta se abrió y una persona me tomó y me jaló dentro de la habitación, por suerte las chicas no me vieron entrar aquí.

—Vamos humano, sal de tu escondite, te encontraremos y lo sabes —gritó la cheetah.

—Ese chico se veía lindo, seguro nuestras crías serían preciosas —comentó la cocker spaniel.

—¿Cómo que sus crías? Querrás decir mis crías, de haberlo atrapado lo habría follado yo primero —sentenció la leona.

—Claro que no, yo lo vi primero, era mío por derecho.

—Están locas, ese hombre era mío, ustedes tienen novio, cabronas —quejó la cheetah.

—Por Dios, Karen, no es culpa nuestra que seas una frígida.

—Cierra la boca, Margaret, prefiero ser una frígida antes que una perra como tú.

—Obvio que soy una perra ¿Acaso no ves que apariencia tengo?

—Eres una perra en todos los sentidos, Margaret.

—Ya niñas, no peleen, mejor sigamos buscando a ese chico, acordemos follarlo las 3, debe poder con las 3, de todas formas, es humano.

—Estela tiene razón, podemos compartirlo —secundó Margaret.

—Bien...pero yo me lo cogeré primero —contestó Karen.

—Que necia eres.

Poco a poco sus voces se fueron escuchando más lejos, hasta que finalmente ya no las pude escuchar. Una vez esas chicas se fueron volteé a ver a la persona que me salvó de una fractura de cóccix o de tener que hacerme cargo de un montón de híbridos.

—G-Gracias por salvarme.

—Niño estúpido, te dije que no te movieras.

Al decir eso, la persona en cuestión encendió la luz de la habitación, era la conserje con la que me encontré antes de entrar al edificio.

—L-Lo siento, la vi tan alarmada que me asusté.

—Pues creo que ahora entiendes porque lo estaba.

—Si...Aunque sigo sin saber exactamente qué está pasando aquí ¿Qué tienen las chicas de este instituto?

—No son solo las chicas de este instituto...son todas las chicas furries en general.

—¿A qué se refiere?

—Hoy es el día de celo.

—¿Día de celo?

—Si niño ¿Eres sordo, o qué?

—No, claro que no, es solo que no entiendo, creí que el día de celo era un mito, una leyenda urbana.

—¿Eres nuevo aquí, cierto?

—Si, recién me mudé de Japón con mi mamá.

—Ya veo ¿Y ahí no tenías compañeras furries?

—Si, pero no eran muchas, en mi salón a lo mucho había dos o tres, Japón no tiene tanta población furry como aquí.

—Ya veo, pero sí, esto es real, chico, ya viste lo que son capaces de hacer.

—Casi me violan.

—Si, no eres cualquiera eh, normalmente los humanos no tienen opción contra chicas furries en celo.

—Supongo que soy más fuerte que el promedio, eso y que mi deseo vital de no ser violado por un grupo de furras me ayudó a sobrevivir.

—Supongo. Pero a ver, aclárame algo ¿Qué haces aquí? Incluso si creías que esto era un mito debiste acatar las instrucciones y quedarte en casa.

—¿Instrucciones? ¿Qué instrucciones?

—¿Acaso no te llegó el aviso?

—¿Aviso?

—Rayos, niño, eres fuerte pero muy estúpido, la circular que publicaron las páginas del instituto en redes sociales, que todos los chicos, sean humanos o furries, del instituto debían quedarse en sus casas debido al día de celo, que solo las chicas y el personal femenino de la institución se presentarían a clases, no me vas a decir que no ves redes sociales.

—Llegué algo tarde a casa anoche, además mi celular está descargado.

—¿No te avisaron en el grupo de tu sección?

—Lo tengo silenciado.

—¿Siquiera viste las noticias en la tele?

—No tenía electricidad en mi casa, no pude ver la televisión.

—Vaya caso eres, eh.

—Lo siento ¿Ok? De haber sabido esto no habría venido.

—Ni modo mijo, te va a tocar volver a casa sin ser violado.

—¿Hay alguna forma de defenderme de esas bestias hambrientas de sexo?

—No la hay, chico, es la naturaleza, tienes que vencerla como tus antepasados, la supervivencia del más apto.

—Carajo, pero siguen siendo estudiantes de este instituto, no es como que pueda herirlas.

—Tendrás que buscar la forma de neutralizarlas o someterlas sin causarles daño.

—Genial, bueno, si no vuelve a saber de mí, dígale a mi madre que la amo...Momento, mi madre, mi madre salió hoy ¿No estará ella en peligro por esto del celo?

—Relájate chico, el día de celo solo afecta a las furries, su objetivo solo son los machos furries o humanos, son contados los casos en los que entre mujeres se agarran a toparse o manosearse entre ellas, la probabilidad es muy baja, casi nula con humanas, tu madre estará bien.

—¿Acaso no afecta a los machos?

—No, o bueno, al menos no en un nivel tan masivo como a las hembras, los casos de machos en celo son pocos también, no son tan frecuentes, en cambio en las hembras el celo se manifiesta de peor forma, más salvaje, agresivo y constante.

—Ya veo...creo recordar que me contaron que las furries pasan por esto una vez al año ¿Cierto?

—De forma general, sí, hay un día en que todas las chicas furries pasan por eso, pero obviamente sufren de un estado de celo más veces a lo largo del año, pero en esos casos es de forma individual, no como este día que pareciera que sus organismos se ponen de acuerdo.

—Ok, muchas gracias por la información.

—No me agradezcas ¿Tienes un cargador?

—Si, lo tengo en mi mochila.

—De milagro no te la arrancaron, carga tu teléfono aquí, así al menos podrás pedir ayuda si te pasa algo.

—Gracias.

Dicho y hecho, saqué mi cargador y lo conecté en un tomacorriente que había por ahí, mi celular comenzó a cargar.

—Bueno chico, me temo que tengo que dejarte, debo seguir haciendo mi trabajo, buena suerte.

—Gracias eh...

—Ivonne.

—Gracias Ivonne.

—Nos vemos.

Luego de despedirse abrió la puerta para salir de la habitación y se perdió entre los pasillos. Miré a mi alrededor y pude notar que esta era su oficina, tenía todas sus cosas aquí, mientras mi celular cargaba exploré un poco lo que había, uniformes de repuesto, todo tipo de escobas y trapeadores, limpiadores, entre otras cosas típicas.

Pasados unos minutos mi celular ya tenía 30% de carga, así que lo encendí y al hacerlo me cayeron un montón de mensajes y llamadas perdidas, algunas eran de mi mamá, supongo que, para advertirme del día de celo, tenía mensajes de Glorland también, y de Taylor y Anya, y sí, todas me avisaron de que hoy era día de celo, de eso trataban los mensajes.

Al ver eso me puse a pensar ¿Taylor y Anya estarán por aquí? Por lo que Ivonne dijo todas las alumnas tendrían clase, solo los chicos podíamos faltar, entonces imagino que ellas están aquí, pero bueno, al ser poco probable que entre chicas el celo las afecte supongo que estarán bien, lo importante ahora es salir de aquí con vida.

Con mi celular cargado, salí de la oficina de la conserje y miré por el pasillo para cerciorarme de que estaba a salvo, para mi fortuna no había nadie, así que seguí buscando la salida.

Había poca luz, supongo que no todas las áreas están habilitadas, y por tanto no necesitan encender todas las luces, pero recorrer el instituto se vuelve difícil así, puedes perderte fácilmente y entrar a un lugar al que no debes, pero no tenía otra opción, era eso o esperar a que me devoraran las hembras de este lugar.

Luego de dar vueltas en el edificio pude salir al área verde y pasé junto al gimnasio, escuché a un grupo de chicas salir así que me escondí detrás de unos arbustos. Cuando se acercaron pude ver que eran chicas del club de voleibol.

—No sé porque nos hicieron venir, ni siquiera somos suficientes para poder jugar un partido como se debe, vinimos para nada —se quejó una tigresa.

—No seas tan amargada, al menos nos dejaron hacer lo que quisiéramos —le respondió una dragona.

—Al menos ya salimos del gimnasio, ese lugar apestaba horrible —comentó una golden Retriever.

—Es por el celo, ya deberías saberlo.

—Como sea, salgamos de aquí.

Antes de que me vieran, decidí escabullirme con mucho cuidado, pero para mi mala suerte, pisé una ramita y la rompí, y el ruido alertó a las féminas que voltearon a verme.

—Carajo...

—Vaya, vaya, vaya, miren lo que trajo el viento —dijo la tigresa.

—Es un humano —respondió la dragona.

—¡Lo pido para mí! —contestó la golden retriever.

—No puede ser.

Otra vez tuve que huir de un grupo de féminas calientes, corrí lo más rápido que pude, pero no contaba con la dragona que podía volar, cuando estaba a punto de escapar con sus garras me agarró y me elevó en el aire.

—¡Ah! ¡Suéltame!

—Tranquilo, primor, no te haremos daño, lo mejor es que te rindas de una vez.

—¡No! Tengo novia, si alguien va a tener sexo conmigo será ella nada más.

—Awww que tierno, lástima que ella no está aquí para apartarte de mí.

—Da igual, no dejaré que me pongas tus garras encima.

—¿Tanto quieres que te suelte? Deseo concedido.

Al instante la dragona me soltó hacia una muerte casi segura, estábamos sobre el techo del gimnasio, para mi suerte, si se le puede llamar así, me dejó caer justo encima del tragaluz, lo atravesé por completo y caí en el suelo del gimnasio, lo único que "amortiguó" mi caída fueron las alfombras que había en el mismo.

Mi espalda me dolía mucho, tenía que recomponerme como fuera antes que vinieran las otras a por mí, como pude me arrastré e intenté ponerme de pie, aunque con dificultad me reincorporé y me sostuve de la pared del gimnasio para caminar.

Mientras buscaba la salida, escuché unos ruidos raros venir detrás de las gradas junto a la cancha, sabía que no debía acercarme, pero la curiosidad me pudo y me orilló a ver qué causaba esos ruidos.

Con cautela me acerqué y lo que me encontré me sorprendió bastante, eran Taylor y Rosé, estaban ocultas detrás de las gradas, haciendo pues...lo que hacen las furries en un día de celo.

—Ah...T-Taylor...para...

—Shhhhh, no hagas ruido, cariño, alguien puede oírte.

Ambas estaban semidesnudas, Taylor estaba acariciando la parte íntima de Rosé con una de sus patas, mientras que con la otra trataba de ahogar los gemidos de la loba.

Joder, sé que Taylor sentía cosas por Rosé, pero nunca me imaginé que fuera algo tan fuerte.

De repente Taylor empezó a besar el cuello de Rosé, a lo cual esta solamente gemía y se retorcía del placer, Taylor seguía acariciando la vagina de Rosé, empezó a meter sus dedos en ella, lo que hizo que Rosé se estremeciera, parecía que sus piernas iban a dejar de responderle.

La zorra seguía con su labor, de vez en cuando besaba en los labios a Rosé, la loba correspondía los besos, llenas de lujuria y deseo, las chicas siguieron con su acto, estaban tan absortas en lo suyo que ni siquiera notaron que estaba ahí.

—T-Taylor...yo...

—¿Si, cariño?...

—T-Te amo...

—Awww, yo también mi lobita preciosa, ahora dilo otra vez —Taylor arremetió contra Rosé sin piedad, aumentó el ritmo de sus estocadas y Rosé no pudo evitar gritar levemente.

—¡Te amo, Taylor! Te amo, te amo, te amo, nunca había sentido algo así en mi vida.

—Eso es música para mis oídos.

Las chicas se volvieron a besar, Taylor metió su mano libre debajo de la blusa de Rosé, empezó a acariciar sus pechos, la loba estaba inundada de placer, podía notar como su intimidad no paraba de gotear, se notaba que lo estaba disfrutando.

—Eres mía, Rosie, solo mía, quiero que mi aroma y el tuyo se vuelvan uno, así todos sabrán que estamos juntas.

—H-Hazlo, Taylor...

—Dilo más fuerte.

—Quiero que lo hagas...

—¿Hacer qué?

—¡Quiero que me impregnes de tu aroma!

—¡Buena chica!

Y en un último arrebato, lleno de embestidas, caricias y besos Rosé se corrió, llenando por completo el suelo y la mano de Taylor. Ambas se desplomaron en el suelo, Taylor empezó a lamer y chupar sus dedos empapados con los jugos de Rosé, la loba se había quedado exhausta, eso había sido demasiado para ella.

Con sus pocas fuerzas, se acercó al rostro de la zorra y le plantó un beso, sellando así su particular encuentro. Aún en mi asombro, logré salir sin que me detectaran, ya podía caminar un poco mejor, para mi fortuna no había féminas en la costa, fui a dar a la entrada principal donde había ingresado previamente, le debía una a Ivonne, una enorme sin duda.

Luego de un buen rato llegué a casa, me tomó más de lo normal teniendo en cuenta mi lesión, pero me las arreglé como pude, igual no es la primera caída grave que sufro. La electricidad había vuelto, por lo que puse a cargar mi celular en la cocina y busqué algo en el refrigerador para comer, todas esas huidas me habían abierto el apetito.

Teniendo mi comida lista, me senté en el sofá a ver las noticias, como era lógico, puras mujeres estaban en el set, no había ni un macho, todo por el día de celo, todas las calles estaban vacías a excepción de pocas mujeres.

Dejé de prestar atención en un punto, no podía sacarme esa imagen de la cabeza, Taylor y Rosé tuvieron sexo, y yo las vi, no sé cómo sentirme al respecto, ni siquiera si podría volver a verlas igual, era algo de lo que no podía hablar con nadie, creo que no podré volver a ver ese gimnasio igual otra vez.

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