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Postre

Narra Alex

Después de un breve viaje llegamos a la jefatura, como era costumbre nos estacionamos en nuestro puesto habitual en el parqueo e ingresamos al edificio principal, el ambiente era el usual, policías por todos lados, saludándonos mientras seguían haciendo su trabajo.

Abriéndonos paso por esos pasillos llegamos a la sección de casillero, donde dejaríamos nuestras cosas y podríamos prepararnos para ir a casa, ya que nos había tocado el turno nocturno ayer, por lo que estábamos libres.

—Y dime ¿Tienes planes para el día de hoy? —me preguntó Anne mientras guardaba sus cosas en su casillero.

—Aparte de dormir, no, no tengo planes —respondí haciendo lo mismo que ella.

—Que aburrido, venga, te invito a desayunar, haz eso por lo menos.

—Bien, ya que insistes, nunca le digo que no a comida gratis.

—¿Quién en su sano juicio haría eso?

—Buen punto. Aunque mucho tiene que ver que eres la tigresa más terca del mundo.

—Nada de eso, son estos colmillos que me cargo los que hacen la que la gente me obedezca —presumió mientras sonreía de forma risueña.

—Es imposible que esos dientes de sable pasen desapercibidos.

—Gracioso, aunque puedo decir lo mismo de tus orejas puntiagudas —dijo tocando la punta de mis orejas y apretándolas ligeramente, lo que me incomodó un poco.

—Oye, mantén tus patas lejos de mis orejas, o te echaré gas pimienta en los ojos.

—No te atreverías.

—¿Crees que no?

—Bueno, a menos que quieras una patada en las bolas no creo que quieras hacerlo.

—No me tientes —afirmé mientras sacaba mi ropa de civil del casillero y me sentaba en una de las bancas a quitarme las botas.

—¿Bromeas? Me divierto mucho cuando te molesto, ver como esas orejas y tu cola se ponen rígidas y tu nariz empieza a temblar, jajaja, es lo mejor.

—Te fijas mucho en esas cosas, pareces una acosadora.

—No exageres, Alex —dijo mientras ella se quitaba sus botas y empezaba a quitarse su uniforme.

—No exagero, recuerda que arrestamos a una chica así hace un par de semanas.

—Cierto, fue capaz de seguir a ese chico a la universidad, al trabajo, a su casa y hasta a su gimnasio.

—Cuando la interrogamos vimos el nivel de locura que se cargaba esa chica, se sabía al dedillo la vida del tipo, y se fijaba exactamente en esas cosas, recuerda.

—Seh, pero lo más grave no fue eso, sino que cuando se dio cuenta que este chico tenía novia intentó herirla y quien sabe si matarla también.

—Menos mal llegamos a tiempo, y que el chico llamó a emergencias, me da escalofríos pensar en lo que habría pasado —pronuncié mientras terminaba de cambiarme.

—Tranquilo, eso ya pasó, ahora está donde pertenece. Quitando eso, que me compares con una lunática así me ofende, y mucho, me estoy arrepintiendo seriamente de invitarte a desayunar —bromeó Anne mientras guardaba su uniforme en su casillero y cerraba este con llave.

—No me jodas, no estarás hablando en serio.

—Si, muy en serio —sentenció mientras se cruzaba de brazos mientras me miraba.

—No empieces con tus jueguitos, Anne.

—¿Qué jueguitos?

—Suspiré pesadamente— Bien...te invito a tu postre favorito si mantienes en pie lo del desayuno.

—¿De veras? —dijo mientras sonreía luciendo esos enormes colmillos blancos.

—Si, de veras, apúrate antes que se me acabe la paciencia.

—Vamos pues, yo ya tengo todo listo, tú eres el abuelo que se tarda demasiado —dijo mientras tomaba su bolso de la banca donde estaba sentado y salía de la habitación a toda prisa.

—¡Que no me digas abuelo!

...

Nos encontrábamos en la cafetería más cercana a la jefatura, por lo mismo era nuestra favorita ya que íbamos ahí casi a diario, y la comida era deliciosa, ambos cumplimos nuestra parte del trato y estábamos degustando nuestros respectivos alimentos.

—¿En serio lo único que está en tu agenda es dormir?

—Pues sí, no tengo nada más que hacer, tú deberías hacer lo mismo, tus ojeras se empiezan a notar ya —dije mientras tomaba un sorbo de mi jugo de naranja.

—¡Mentira!

—Jajaja tranquila, si se ven, pero no es para tanto.

—Sabes que odio que hagas eso.

—Eso lo hace divertido.

—Claro que no.

—Bueno, para mí si lo es jajaja.

—Mejor sigue comiendo tu desayuno, antes que te aviente la comida en la cara.

—Esa no es forma de hablarle a tu amable compañero que te invitará un postre luego.

—Eso me suena a extorsión, un delito penado por la ley, podría arrestarte por eso, ¿Sabes? —respondió Anne mientras comía un bocado de sus panqueques.

—Por favor, no me ganas ni en los entrenamientos me vas a poder arrestar a mí.

—No me subestimes, abuelo.

—Que no me digas así, joder, que solo soy 3 años mayor que tú.

—Eso es mucho tiempo, en 3 años puedes morir.

—Te puedes morir en cualquier momento de la vida, Anne, más tomando en cuenta nuestra profesión.

—Pero contigo es diferente, para mí ya estás viejo.

—Bajo esa lógica tú serías una bebita.

—¡No soy una bebita!

—Claro que lo eres, eres berrinchuda, infantil, latosa y eres 3 años menor, mucho tiempo de desventaja.

—Jummm, deja de estar de odioso, Alex —dijo mientras se cruzaba de brazos y hacía pucheros.

—Jajaja ¿Ves? Con eso me das la razón.

—Como digas, mejor sigamos desayunando.

—Gracias.

Y así hicimos, seguimos comiendo nuestro desayuno hasta terminarlo por completo, y así llegó el momento del postre, le compré su postre favorito y yo me pedí uno diferente.

—Joder, como amo el cheesecake con jalea de frambuesa.

—Si, ya que siempre pides ese cuando venimos aquí.

—Es que aquí lo hacen delicioso.

—No te mentiré, los postres de acá son bastante buenos, este flan está exquisito.

—Tal vez algo dulce te alegre el ánimo.

—No creo que un postre lo solucione, pero estoy dispuesto a intentarlo —dije mientras daba otro bocado al flan.

—Para que dejaras de ser un amargado harían falta cientos de postres.

—Graciosa. Ignoraré tu comentario porque me siento cansado como para discutir.

—Buena idea —respondió mientras se comía su cheesecake.

Luego de unos minutos ambos terminamos nuestros postres, pagamos la cuenta como habíamos acordado y volvimos a mi auto, para así pasar dejando a Anne en su apartamento.

El lado bueno era que ella vivía cerca de mi vecindario, por lo que yo podía pasar dejándola en su apartamento o llevándola al trabajo cuando nos tocaba patrullar juntos, que es casi todo el tiempo.

Una vez llegamos me orillé en la acera para que ella abriera la puerta y se bajara del auto para subir a su apartamento.

—¿Cuándo llegará el ansiado día en que seas un caballero y me abras la puerta para subirme o bajarme a tu auto?

—Yo no hago esas cosas, mujer.

—¿Nunca has tenido ese gesto con una chica?

—Nop, nunca lo vi necesario.

—Bueno, siempre hay una primera vez para todo.

—No para eso, Anne. Vamos, ve, descansa un poco que tendremos una semana agitada.

—Todas nuestras semanas son así.

—Es lo que hay.

—Adiós Alex, cuídate.

—Igualmente Anne, nos vemos.

Después de ver cómo se iba y entraba en su edificio arranqué el auto y me dirigí a mi vecindario, tardé solo un par de minutos en llegar, una vez estaba en el lugar estacioné mi auto en el parqueo común e ingresé a mi edificio, ya dentro saqué las llaves de mi apartamento de mi bolsillo para abrir la puerta, entré e inmediatamente me dirigí a mi cuarto para lanzarme a la cama para poder dormir por fin después del turno tan pesado que había tenido, ya habría más tiempo para poder atrapar a ese tal Anubis.

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