Sorprendentemente, Roy no sintió asco hacia la Sirena Sin Forma.
Aunque se lanzó sobre él como una prostituta, él no la rechazó y en su lugar la abrazó, sosteniéndola para que no se cayera de sobre él y se lastimara.
Si alguien más se hubiera abalanzado sobre él como ella en su primer encuentro, los habría arrojado como un Super Giga Chad, con suficiente fuerza para enviarlos desde la Región del Norte hasta la Capital Prohibida.
Hay una razón por la cual la trataba con tanto cuidado. En el segundo que ella lo abrazó, Roy sintió como si hubiera encontrado lo que nunca supo que estaba buscando pero que le era extremadamente precioso. Podía decir que atesorarla era un deseo innato de él. Así, confirmó que era su linaje el que le decía que no la dañara ni lastimara, o de lo contrario lo lamentaría mucho.
—Bájate —Roy intentó quitársela de encima, pero como si fuera un gato al que le hubieran pisado la cola, ella se agarró a él aún más ferozmente.
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