Kaizen y su grupo se reunieron alrededor del carruaje, aún atónitos por la demostración de poder que habían presenciado por parte de Alina.
Por su parte, Alina retrocedió lentamente, disipando el aura mágica que la había envuelto momentos antes. Su vestido blanco brillante volvió a su apariencia ordinaria, y ella soltó un suspiro de alivio.
—Podrías habernos dicho que era tan poderosa —murmuró Jayaa, todavía un poco sorprendido por la exhibición de magia de Alina, mientras entraba en el carruaje.
Mientras guardaba la Espada del Amanecer en el baúl del carruaje, Kaizen soltó una suave risa, un sonido cálido que contrastaba con la tensión del momento anterior. —Lo siento, lo siento. Quería darle a todos la oportunidad de mostrar a los demás cuán fuertes son. Además, pensé que Alina era del tipo que le gusta mantener su fuerza en secreto hasta que sea absolutamente necesario.
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