Sintiendo que su cuerpo era absorbido, Astaroth asumió que estaba experimentando su primera muerte en Nuevo Edén. Pero sus ojos se abrieron bajo un dosel de árboles familiar.
—*¡Jadeo!*
En frente de él, Morticia lo sacudía por el cuello de su camisa.
—¡Levántate! ¡Te necesitamos!
Astaroth miró a su alrededor, confundido, todo borroso. Sabía que lo más probable es que tuviera una conmoción cerebral.
—¿Qué está pasando? ¿Por qué gritas?
Astaroth podía escuchar algunos sonidos de lucha leves de fondo, pero sus oídos estaban zumbando intensamente. A medida que su vista se asentaba lentamente, notó que estaba dentro de un edificio en ruinas de algún tipo, con la pared opuesta a él completamente destrozada.
Morticia le dio una bofetada en la cara.
—*Bofetada*
—¡Reacciona! Si no te unes a la lucha, ¡todos vamos a morir!
—¿Qué? ¿De qué hablas?
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