Cuando Alba había dado la orden a toda la Grulla Carmesí de avanzar, había una persona que se había quedado ligeramente congelada en su lugar, preguntándose qué hacer, y esa era Tilion.
En sus manos, sostenía el escudo legendario. Era un objeto tan poderoso que ahora sentía que su participación podría cambiar completamente la situación, dependiendo de a quién ayudase.
—¿No debería ayudar en la lucha contra Murkel? —Tilion miró hacia atrás.
Los dos bandos se habían separado prácticamente en la enorme arena, y era claro que Murkel era el más fuerte de todos, pero ya había tres personas enfrentándose a él.
Lo más probable es que su ayuda fuese necesaria en otro lugar. Mientras corría, fue a ayudar a algunos de los niños con el escudo a su lado hasta que escuchó pasos pesados que venían desde su derecha.
Inmediatamente, había alguien allí, y estaba del lado donde no llevaba su escudo. Todo lo que Tilion pudo hacer fue prepararse mientras veía un gran objeto negro golpear su hombro.
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