Al llegar al campamento, Atticus fue directamente a su habitación. Cuando llegó a su puerta, notó a una chica sosteniendo una bandeja de comida esperándolo pacientemente afuera de su puerta.
Tenía el cabello blanco y una estatura de 5 pies, emanando un comportamiento distante. No era otra que Ember quien estaba apoyada contra la pared, sus ojos fijos en la puerta, anticipando su llegada.
Verla le trajo una sonrisa a los labios de Atticus. —¡Hey, Ember, qué tal? —la saludó, acercándose a ella.
Ember, al notar su llegada, dirigió su mirada hacia él y sonrió un poco. Su respuesta fue simple: levantó la comida que había traído.
Atticus se rió en agradecimiento. —¡Gracias! Tengo un poco de hambre. ¿Esperaste mucho? —preguntó mientras se dirigía hacia la puerta y la abría.
Ember negó con la cabeza en respuesta y lo siguió al interior de la habitación.
Al entrar, Atticus continuó la conversación. —Entonces, ¿cómo va el entrenamiento?
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