—¿No me vas a detener? —susurró Ian cuando sus labios rozaron la parte superior de sus orejas—. Pensé que ya estarías diciendo cosas.
Elisa mordió el interior de sus mejillas. No hablaba porque no sabía qué quería hacer o sentir. Por un lado, Elisa quería detener a Ian por la sensación de cosquillas que llenaba su estómago de mariposas pero por otro, no quería detenerlo. La sensación anterior era más pequeña que la segunda, impidiéndole hablar o detenerlo.
—Abrió sus labios apretados —Nunca sueño cosas extrañas sobre ti».
—¿Cosas extrañas? ¿Como qué? —Ian giró sus ojos hacia ella, una expresión de desconcierto apareció en su rostro como si realmente no pudiera entender lo que Elisa sentía—. ¿Dónde suele detenerse tu sueño? ¿En un beso?
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