Draven ahora realmente parecía un tonto frente a tantos miembros del consejo. No había visto a una chica con esa actitud y la percepción de una gobernante a una edad tan temprana. Pero, ¿cómo podría un hombre misógino como él estar de acuerdo con lo que había dicho una joven de dieciocho años? Estaba por debajo de su dignidad aceptar consejos de ella o ser sermoneado.
—Gracias por tu sabiduría, princesa de las hadas —dijo él con sarcasmo, mofándose de ella. En su interior se dio cuenta de que ella no era una idiota.
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