Vecinos

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El alivio y la desesperación que llenaban su corazón aumentaron asombrosamente cuando vio a Xiao Zhanzhan parado allí, ileso.

Contrario a lo que imaginaba, donde su hijo podría haber experimentado algo peor bajo las manos de las personas que se lo llevaron, Xiao Zhanzhan lucía mucho mejor comparado con la última vez que lo vio, que fue ayer.

Vestido con un pijama estampado de pingüinos, un osito de peluche de león apretado entre su antebrazo y una sonrisa inocente que solo mostraba frente a aquellos que amaba, Xiao Zhanzhan no podría estar más seguro de lo que ella pensaba.

Sin preocuparse por su propio aspecto ni por cómo se veía su expresión en ese momento, Ran Xueyi corrió para estar al lado de su hijo. Sin embargo, no notó que ella y su hijo estaban separados por una valla. Más aún, había un hombre que sostenía a Xiao Zhanzhan en sus brazos.

Pero en este instante, sus ojos estaban solo pegados a su hijo y ni siquiera podía reconocer la presencia del otro.