Song Yu Han miraba a su secretario sin emoción alguna. Su mirada significativa y fría incluso podría hacer temblar el núcleo de una montaña. Aunque su rostro era tan apacible que no se le veía ninguna emoción, Guo Yun sabía que debía proceder con mucho cuidado. Un paso en falso y podría caer en un profundo y cruel abismo del que no hay regreso.
Sin embargo, Guo Yun había estado bajo el mando de este señor demonio y sabía exactamente qué decir para salvar su vida.
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