—¿Aún no es de mañana, verdad? —preguntó Alicia, queriendo distraerse de todo.
—Todavía no —dijo Harold, juzgando por el silencio que los rodeaba y los sonidos nocturnos que podía oír afuera.
Alicia suspiró. —No creo que pueda volver a dormir —dijo Alicia mientras yacía boca arriba, y Harold se acomodó para poder mirarle el rostro.
—¿Qué quieres que hagamos? —preguntó Harold, y ella se apoyó en un codo y lo miró curiosa.
—Tengo curiosidad sobre algo...
—Siempre que sea un tema agradable, no me importa —dijo Harold, sin querer que ella hablara sobre la tortura o la muerte de Beth. Lo único que quería era disfrutar ese momento con ella sin preocuparse por lo que les esperaba.
—¿En qué pensabas cuando aceptaste el matrimonio? También quiero saber qué pensabas de mí cuando me viste por primera vez —preguntó Alicia.
Bueno, él empezaba a desear que ella hubiese hablado sobre Beth en su lugar, porque no estaba seguro de cómo explicarle toda la situación.
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