—¿Penélope?
—¿Eh? —Penny se giró para mirar a Sylvia con una expresión interrogante.
—Está bien si te llamo Penélope, ¿verdad? Puedes llamarme Sylvia. No hace falta tanta formalidad —dijo Sylvia—. La mujer rubia había notado que Penny se distraía mientras caminaban y entraban en la tienda. Estaba segura de que la chica ni siquiera se había dado cuenta de que ya habían llegado, "Estamos aquí," le informó.
—Ah. Lo siento por distraerme —se disculpó rápidamente—. Volvió en sí de su monólogo interno sin darse cuenta de que habían entrado en la tienda.
—Está bien. Es común sentir celos cuando estás enamorada —Sylvia sonrió y Penny se ruborizó enseguida.
—Jaja —se rió lentamente y con torpeza.
—No deberías preocuparte por esas trivialidades. Los hombres y mujeres pueden rondar, pero todo lo que necesitas saber es si el hombre que amas volverá a ti después de esa algarabía.
—¿Y tú?
—¿Yo? —preguntó Sylvia con una mirada sorprendida.
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