—La medianoche había pasado y eran las cuatro de la mañana cuando finalmente un libro que Damien extrajo tenía la información sobre el reloj de arena —exclamó el sacerdote—. ¡Oh! ¡Yo también puedo leerlo!
—Damien acercó el libro, colocando la linterna encima de este para decir —mira hay un dibujo sobre ello. Se les llama los carroñeros.
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