Lu Qiang continuó conduciendo, sumido en sus pensamientos. Lu Feng también estaba ocupado mirando fuera de la ventana del coche, pensando en algo.
—¡Lu Feng! —llamó Li Qiang.
Lu Feng salió de sus pensamientos y miró a Lu Qiang para saber por qué le llamaba. —¿Mmm?
—Ven hoy a la oficina. Hace mucho que no vienes —respondió Lu Qiang.
—No quiero —suspiró Lu Feng.
—¿Por qué? —preguntó Lu Qiang.
Lu Feng cerró los ojos, reclinó su cabeza hacia atrás en la silla. —No me interesa nuestro negocio familiar. Quiero hacer algo por mi cuenta.
—Nadie te impide hacerlo, y venir a la oficina no afectará eso —replicó Lu Qiang.
—Aún así, no quiero —fue la firme respuesta del hombre distante.
—Algún día, si algo me pasa, tú serás el que tenga que tomar la responsabilidad de todo.
—¿Desde cuándo has empezado a decir tonterías? —frunció el ceño Lu Feng.
—Esta es la primera vez —sonrió Lu Qiang.
—Entonces tengo una razón más para no ir a la oficina —Lu Feng abrió los ojos y miró a Lu Qiang.
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