Calhoun estaba en la galería junto con Theodore. Theodore no se atrevía a preguntarle a Calhoun qué había sucedido en esa sala entre él y la dama que había resultado en que la chica solo llevara una enagua y el abrigo del Rey. No era solo porque temiera cruzar la línea con Calhoun, sino porque no tenía nada que ver con él.
Theodore había pasado años con Calhoun, y conocía al hombre no solo porque era su Rey sino porque era su amigo. El hombre que trabajaba para el Rey tenía solo el mejor interés en mente cuando se trataba de la persona que sostenía la corona en ese momento.
—Dejaste de pintar —dijo Calhoun, quien estaba apoyado con la espalda en la mesa y sosteniéndose mientras miraba a Theodore, quien observaba una de las muchas pinturas que Calhoun había hecho.
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