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Haciéndome cómodo

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—Quién iba a decir que te iba a tener en mi cama tan pronto. Deberías saber que no se debe provocar a un león. Que el león esté callado no significa que no vaya a saltar sobre ti —inclinándose hacia ella al agacharse hacia el lado de su rostro mientras ella seguía luchando con los dientes apretados, ella sintió su cálido aliento en su oreja.

Con ella debajo de él y tan cerca, Calhoun podía oler la fragancia que emanaba de ella, similar a las rosas, y no podía evitar acercarse más.

Cuando se retiró, había una amplia sonrisa en sus labios que había hecho que Madeline se preocupara. Sabía que era un mal enfoque, pero valía la pena tocar todas las puertas y ventanas para encontrar una salida de esto. Por un momento, una ráfaga de miedo apareció en sus nervios cuando él la había arrastrado hacia la cama y se cernía sobre ella en esta posición comprometedora,

—¿Vas a bajarte de mí? —le preguntó ella. Al mismo tiempo, la presión de sus manos se apretó alrededor de las de ella.

—Creo que estás olvidando algo aquí —dijo él con un mirar pensativo en su rostro antes de que sus ojos volvieran a mirarla—. ¿Dónde está la palabra mágica?

Ella sabía lo que él quería oír, pero era terca.

—No creo que haya hecho nada malo aquí.

—¿Estás segura de eso? —él probó, su mano a punto de tocar el lado de su mejilla y ella cerró los ojos fuertemente. Estaba nerviosa como si pudiera sentir su mano que solo se cernía cerca de ella pero no la tocaba.

Cuando el estómago de Madeline rugió por el hambre, Calhoun pasó su lengua sobre uno de sus afilados colmillos y se bajó de ella.

Volviendo a colocar la mesa en su posición, él tomó asiento en la mesa.

Madeline se levantó rápidamente y se alejó de la cama, arreglándose el vestido antes de dirigirse a la mesa y tomar asiento. Sus mejillas se habían puesto rojas.

—Parece que te gustó lo que hicimos en la cama —comentó él con una pequeña sonrisa en su rostro, tomó el vaso que estaba en la mesa para beber un sorbo de él.

Tratando de mantener la calma mientras más sangre acudía a sus mejillas por la vergüenza, dijo:

—Te pido que no expreses las cosas de manera que puedan significar algo más cuando no ha pasado nada.

Él dejó el vaso en la mesa.

—¿Por qué te has puesto roja entonces? Pareces como si te hubiera susurrado algo indecente que voy a hacerte —sonrió Calhoun.

—¿No tienes vergüenza? —le preguntó ella, sintiendo la siguiente ola de vergüenza.

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—Una vez que la descartas, ya no existe una palabra llamada vergüenza, Maddie —él entonces llevó su mano a ondear la comida frente a ellos—. Come. Si te saltas la comida conmigo, acabarás pasando hambre.

—Tendré que verte todos los días —murmuró Madeline bajo su aliento.

—Si te duelen los pies de caminar desde tu habitación hasta la mía, podemos hacerte cambiar aquí —este hombre dominante... parecía que tendría que jugar a este juego en sus términos o terminaría como un peón desgastado.

—No, gracias.

—Eso pensé. Siéntete cómoda para cambiar tu habitación —cuando él tomó su tenedor y cuchillo, Madeline hizo lo mismo.

Comer cangrejo requeriría romper su caparazón exterior antes de poder comer la carne que había dentro de él, lo que haría que las cosas se pusieran desordenadas en su plato. Y comer cordero significaría una comida limpia. En circunstancias normales, Madeline hubiera elegido comer el cordero ya que no estaba en casa. Pero en este momento se sentía acorralada y tenía ganas de rebelarse.

Tomó el tenedor y el cuchillo, movió el cuchillo alrededor en su mano, trayendo el cangrejo al centro de su plato, mientras sentía la mirada de Calhoun sobre ella. Sujetando su cuchillo con fuerza, comenzó a golpear el cangrejo que estaba sobre la mesa que hacía un ruido estruendoso. Un golpe tras otro que hacía que el cangrejo se moviera por todo el plato mientras la habitación se llenaba con su acción.

El sirviente que estaba fuera escuchó el sonido y abrió la puerta para inclinar su cabeza antes de que fuera inmediatamente despedido con un pequeño gesto de la mano del Rey.

—¿Qué crees que estás haciendo? —los ojos de Calhoun se estrecharon.

—Haciéndome cómoda —respondió ella, y los labios de Calhoun se crisparon. ¿Quién sabía que acorralarla traería este lado de ella, que él estaba disfrutando? La encontró mucho más entretenida que cualquier mujer que había conocido hasta ahora.

—Tienes una manera muy peculiar de hacerte cómoda. Yo tengo algunas maneras propias si estás interesada —propuso él, y ella silenciosamente apartó el cangrejo antes de cortar la carne más suave que estaba en su plato.

El resto de la comida Madeline se quedó callada, obviamente sin interés en iniciar una conversación con este hombre pero eso no impidió que Calhoun dejara de mirarla. Y él podía decir cuán autoconsciente se estaba volviendo por la forma en que sus ojos la miraban. Afortunadamente esta vez, a diferencia de este mediodía, él estaba comiendo la comida que se había servido.

—¿Cuándo volveré a ver a mi familia? —preguntó Madeline, intentando ser educada para que él no rechazara sus palabras de inmediato.

—Una vez que sepa que he ganado mi confianza.

—Se supone que primero confías y luego te gusta la persona —intentó iluminarlo ella pero debería haber sabido que esta no era una persona ordinaria.

—Él levantó una ceja—. ¿Quién gusta de seguir el camino normal, Madeline? —dijo levantando su tenedor a sus labios llenos antes de ponerlo en su boca, que sonrió hacia ella.

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