—¡Vas a matarlos! —La voz de Lucas retumbó dentro de la cabeza de Rosalind mientras su corazón se aceleraba en su pecho. Miró a su alrededor, sintiendo un pánico creciente. No podía entender por qué se sentía de esa manera.
Una vez más, Lucas gritó y llamó a la diosa, pero la otra mujer nunca volvió a abrir los ojos. Era como si ahora estuviera enterrada profundamente en su propio mundo, incapaz de escuchar o sentir nada.
Rosalind observó la expresión oscura de Lucas. A su lado estaba Belisario, tan angustiado como él. Lamentablemente, no podía escuchar su conversación mientras seguía dentro del vórtice. Tan solo podía ver desde la perspectiva de la diosa, que ya no podía oírlos.
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