—Mi Reina, ¿no te gustó lo que sentiste cuando te ayudé?
Seren sintió su corazón, que ya estaba inestable, listo para saltar fuera de su pecho con esta repentina pregunta. Se aferró a su vestido una vez más en un intento de calmarse. Por dentro, gemía preguntándose por qué él seguía haciéndole ese tipo de preguntas incómodas.
—Su Majestad, lo que quiero decir es que es inapropiado beber algo que haga sentir a alguien de esa manera. Por eso dije que tendría cuidado —Seren respondió para aclarar su afirmación anterior, ya que ella sentía que era la razón por la que él parecía descontento.
—La pregunta que hice por última vez es si a mi Reina le gustó lo que sintió cuando la ayudé —Drayce repitió suavemente, pero incluso una persona ciega podía percibir el frío y el enojo detrás de esas palabras gentiles.
Seren tenía la piel de gallina por todo el cuerpo, y esta vez, era porque se sentía un poco asustada de él.
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