Cuando bajó el brazo, se encontró a sí misma ya no en la fría y oscura habitación, sino en un amplio y abierto campo.
El cielo arriba era de un azul cerúleo profundo, y el sol brillaba con fuerza, lanzando cálidos rayos sobre su rostro.
Justo cuando Yu Holea estaba confundida sobre dónde estaba, Yu Holea escuchó una voz encantadora y sexy,
—Lea~
Yu Holea se giró y por un momento su corazón se saltó un latido. No podía creer lo que veían sus ojos y casi gritó,
—¿Hermano Jun?
Delante de ella estaba Qiao Jun de pie, lucía exactamente como la última vez que Yu Holea lo había visto.
Elegante, encantador y guapo.
—Lea, ¿finalmente has llegado? Vamos a nuestra casa, Megan y Jessie nos están esperando —dijo Qiao Jun.
—¿Megan? ¿Jessie? ¿Quiénes son ellas? —Yu Holea está confundida.
—¡Nuestras hijas! ¿Las has olvidado? Nos están esperando en casa —dijo Qiao Jun con una expresión suave.
—¿Hijas? —repitió ella, con la voz temblorosa—. Pero, Hermano Jun, tú... ¿no estabas en coma?
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